jueves, 25 de febrero de 2016

Reseña Biográfica de la Madre Ana María Pérez Rendiles

MADRE ANA MARÍA PÉREZ RENDILES




Nació en Los Teques el 11 de septiembre de 1929, en medio de una familia muy cristiana y acomodada económicamente. Sobrina de Madre Carmen Rendiles, primera Superiora General y fundadora de la Congregación una vez separada de Francia. Llamada por el Señor no dudó en abandonar su vida de comodidad para entregarse a su servicio. El 25 de diciembre de 1959 se presentó sorpresivamente a casa de su tía Madre Carmen y se quedó sin prestar atención a todas las sugerencias que se le hacían. Se entregó libremente a una vida de sencillez y pobreza, a la disciplina y costumbres del convento, muy diferentes de lo vivido hasta ese momento.
De una caridad innata, no podía ver a nadie pasando trabajo porque todo quería solucionarlo, incluso involucrando a su familia que siempre la secundaba. La familia de cada hermana era objeto de su preocupación, sobre todo cuando se encontraban en alguna necesidad.
Desempeño cargos de responsabilidad en la Congregación, superiora local en varias comunidades, maestra de novicias, ecónoma general y superiora general en un sexenio. Ya al final de su vida y de común acuerdo con sus superiores, impulsada por el anhelo de ayudar a los sacerdotes, se dedicó a la obra de Patiecitos en San Cristóbal. Allí puso a funcionar un taller de costura de ropa litúrgica y complementó el taller con objetos litúrgicos y vasos sagrados a precios económicos para facilitar su adquisición.
Amante de La Eucaristía, no escatimó nunca gastos para el ornato y elegancia en la liturgia y culto del Santísimo Sacramento. Fina y delicada en el trato y atención a los sacerdotes y seminaristas, a ellos brindó siempre todo apoyo y les ayudaba en lo que creía necesario. Siempre trabajó generosamente por las vocaciones.
El 21 de marzo de 1999, a los 69 años de edad y 39 de vida religiosa, un accidente automovilístico detuvo su paso por esta vida terrena, pero le abrió las puertas del Paraíso y al fin pudo decir ante el trono del Altísimo la aclamación que con frecuencia repetía: “Alabemos al Señor”.

Tomado de carrizal-miranda.gob.ve