viernes, 13 de enero de 2017

Ángel Rafael García (fallecido). Ex-Cronista Adjunto de los Teques

ÁNGEL RAFAEL GARCÍA

CRONISTA ADJUNTO DE LOS TEQUES




En la ciudad de Los Teques falleció lamentablemente en la madrugada del primero de julio (2015) el profesor, escritor, poeta y cronista Ángel Rafael García. Nació en Guarapiche, San Antonio de Capayacuar, Municipio Acosta, estado Monagas, Venezuela, el 11 de marzo de 1946, profesor egresado del Instituto Universitario de Mejoramiento Profesional del Magisterio, en Caracas, Catedrático de Castellano y Literatura, Cronista oficial de San Antonio de Capayacuar, Cronista adjunto de la ciudad de Los Teques, Locutor de Radioemisoras y Televisoras Comerciales del país, Cronista oficial del Ejecutivo del estado Monagas, Director de Ceremonial, Asuntos Institucionales y Protocolo del Acervo Histórico del Estado Miranda entro de su obra literaria destacan: El pobre Cachapao; Poesías (en dos ediciones); Destellos del renacer;  Libro de poesías; Sombras del ocaso; Poemario; Alborada de la primavera (poemario); De la cumbre volvió un celaje (novela); Alegoría a la  maestra, (poesías) Tras la huella de Bolívar (libro de historia); Julián Padrón; Una luz el tiempo, Epónimos del Estado Miranda (texto biográfico); San Antonio Capayacuar, Un Rincón de mi Patria, Escalera, Caminos Polvorientos (novela); Valores del Estado Monagas (texto biográfico histórico y geográfico del estado Monagas) editado por la Secretaría de Educación Regional y Testimonios de ayer con prólogo de Américo Fernández.
Ángel Rafael García, pertenece a las siguientes instituciones culturales, gremiales y académicas: Asociación Nacional de Escritores de Venezuela, fundador de la Asociación de Escritores del estado Miranda; Sociedad de Autores y Compositores de Venezuela, "SACVEN", Asociación Nacional de Cronistas Oficiales de Venezuela; Centro de Historia del estado Miranda, Sindicato Profesional de Trabajadores de la Radio, Teatro, Cine, Televisión y Afines del Distrito Federal y estado Miranda y de la Junta Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico del estado Miranda; llevan su nombre varias promociones académicas e instituciones educativas y culturales de Venezuela; es primer premio municipal de poesías 1987, en Los Teques, estado Miranda y posee calificadas condecoraciones de diferentes instituciones políticas, sociales, culturales y profesionales de Venezuela.
Particularmente, me impresionó la sencillez y belleza con la que el Cronista narra la historia de la vida de nuestro Libertador, en el libro TRAS LA HUELLA DE BOLÍVAR, la cual les haremos llegar en las siguientes entregas, para beneplácito de nuestros lectores.

Tras la huella de Bolívar (Parte I)

TRAS LA HUELLA DE BOLIVAR
(PARTE I)


El 24 de julio  de 1783, en una amplia y lujosa residencia de Caracas, situada frente al Convento de la esquina de San Jacinto; a cuadra y media de la Plaza Mayor, la joven matrona, doña María Concepción Palacios y Blanco de Bolívar, da a luz el cuarto hijo de su matrimonio con don Juan Vicente Bolívar y Ponte.  Después de seis días de haber visto luz aquel niño, el 30 de julio llevan al recién nacido a la Santa Iglesia Catedral, ubicada frente a la Plaza Mayor de Caracas, donde el Presbítero Juan Félix Jerez de Aristiguieta lo bautiza con el nombre de SIMÓN JOSE ANTONIO DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD, y como padrino eligen a su abuelo materno, don Feliciano Palacios y Sojo.
Doña María Concepción, que ha quedado delicada de salud después del parto, se ve imposibilitada de amamantar al niño Simoncito, y buscan a una amiga y vecina llamada Inés de Mirayes, quien amamanta al infante mientras llega la negra Hipólita, esclava de confianza de la  familia Bolívar, quien había dado a luz recientemente a una niña y su estado de salud era satisfactorio.  La negra Hipólita es joven, de estatura mediana y gordita, de buena salud.  Ella es la encargada de amamantar al benjamín y de cuidar de él íntegramente durante sus primeros años de existencia.
Además de las diversas propiedades que posee la familia, cuenta también don Juan Vicente Bolívar y Ponte con una hermosa granja, con un caserón de amplios corredores, de techos gajos y acogedores orillas del otrora cristalino río Guaire, llamada La Cuadra; en la que pasan días enteros y cortas temporadas en unión de toda la familia;  allí bañan y se recrean en su caudaloso torrente y en el campestre ambiente que rodea la posesión.
Resultado de imagen para simón bolívar niñoEl 19 de enero de 1786, a los dos años, cinco meses y veintiséis días, Simón José Antonio de la Santísima Trinidad, queda huérfano de padre;  doña María de la Concepción, que ha quedado viuda a los 28 años, se encarga de la administración de la enorme fortuna familiar y de la crianza y educación de sus pequeños hijos: María Antonia  de 9 años, Juana de 7, Juan Vicente de 5 y Simón de dos años y medio.  Auxilian a doña María Concepción, sus hermanos y especialmente, su padre, don Feliciano Palacios y Sojo.
Pasan los días, los meses, los años y los niños crecen; ya es tiempo de iniciar su educación, pero difícil era para la época, lograr estudiar; sin embargo, las familias adineradas podían contratar los servicios de maestros particulares, por lo que con la asesoría del Licenciado Miguel José Sanz, contratan para Juan Vicente y Simón, a los maestros don Guillermo Pelgrón y don Francisco Vides; mientras que la negra Hipólita, no deja ni un instante de vigilar a aquel niño, que con la posteridad refulgiera como el sol del hombre libre de América.
Pasan los años y doña María Concepción se agrava de una vieja enfermedad, y el 6 de julio de 1792, expira; quedando huérfanos sus descendientes, fecha para la cual Simón José cuenta con nueve años, once meses y dieciocho días de edad, y en la casa de San Jacinto, existe gran confusión y tristeza.  Los niños llorosos se acogen al consuelo de los familiares, especialmente de su abuelo materno, don Feliciano.
La tutela y cuidado, tanto de los niños como de la fortuna la ejerce don Feliciano Palacios, pero como éste necesita de alguien que lo ayude con la administración de los bienes de la familia, contrata como contabilista para trabajar en los ratos libres y en su propia casa al joven Simón Rodríguez, quien cuenta con 21 años de edad y se desempeña como maestro de una escuela primaria;  y para tal efecto le acondicionó una pequeña oficina.
Debido a la forma de ser de Simón, éste comienza a simpatizar con el maestro y como es 12 años mayor que él, Simoncito le busca conversación continuamente cuando se encuentran en los pasillos y otros lugares de la vieja casona.  Así se consolida una profunda amistad y gran afinidad entre los dos Simones.
En diciembre del año 1793,  muere el generoso abuelo, y Simón José que cuenta con diez años de edad, tiene que vivir en casa de su tío Carlos.  Además de las riquezas heredadas de sus padres, Simoncito es dueño de una hermosa casa ubicada en la esquina de Las Gradillas, amoblada lujosamente y a todo confort, y de varias fincas agrícolas en el interior del país, herencia que le fue legada por su primo, el presbítero Jerez de Aristigueta, quien además era padrino y tutor sentimental del niño Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palacios y Blanco.
Debido al trato frío y despectivo de su tío Carlos, Simón José se siente solo y triste, pero un día, su tío decide inscribirlo en la Escuela Pública que dirige Simón Rodríguez, y al cabo de poco tiempo, ya Simoncito sabe leer y escribir, aunque deficientemente, y comienza a tener buen entendimiento en las cosas de la vida.
Después de una breve estadía como interno en la casa del maestro Simón Rodríguez, de quien aprendió algo más que la educación formal, se nutrió de las luces que aquel genio pedagogo destellaba, estableciéndose entre ambos una corriente de mutua comprensión y simpatía, que con el paso del tiempo se haría imperecedera.


El 14 de enero de 1797, ingresa como Cadete al Batallón de Milicias de Blancos de los Valles de Aragua, del cual había sido Coronel años atrás su padre.  No tenía aún los 14 años cumplidos, cuando fue ascendido a subteniente, en cuya hoja de servicios se anotaba:  "Valor: conocido.  Aplicación: Sobresaliente”.  El adiestramiento práctico en los deberes militares lo combinaba Bolívar con el aprendizaje teórico de materias consideradas entonces la base de la formación castrense:  las matemáticas, el dibujo topográfico, la física, etc., que aprendió en la Academia establecida en la propia casa de Bolívar, por el sabio Capuchino Fray Francisco Andújar, a la cual asistían varios amigos de Simón.  El 4 de julio de 1798, egresa de la institución castrense como Subteniente de la Sexta Compañía del Batallón de Milicias de  Infantería de Blancos de los Valles de Aragua.

Tras la huella de Bolívar (Parte II)

TRAS LA HUELLA DE BOLIVAR
(PARTE (II)


A comienzos de 1799, viajó a España.  En Madrid, bajo la dirección de sus tíos Esteban y Pedro Palacios y rectoría moral e intelectual del sabio Marqués de Uztáriz, se entregó con denuedo y pasión a los estudios; recibiendo una educación digna de un gentil hombre que se destinaba al mundo y al ejercicio de las armas.  Amplió sus conocimientos de  historia, de literatura clásica y moderna, de matemáticas, e inició el estudio del francés;  También aprendió la esgrima y el baile.  La asistencia a frecuentes tertulias y salones, pulió su espíritu, enriqueció su idioma y le dio mayor aplomo.  En la ciudad de Madrid, conoció a su prima María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, de quien se enamoró perdidamente, proponiéndose a contraer matrimonio a la brevedad posible, pero hace un compás de espera y en la primavera de 1801 viajó a Bilbao, donde permaneció casi por el resto del año; luego fue a Francia, llegando a París y Amiens.  De regreso a Madrid, contrae matrimonio con su adorada Maria Teresa el 26 de mayo de 1802, quien era hija del venezolano Bernardo Rodríguez del Toro y Ascanio.  Este matrimonio fue bendecido por el presbítero Isidoro Bonifacio Romano, en la Santa Iglesia de San José de Madrid, España, y sirvieron de testigos en este acto, Pedro Rodríguez del Toro y el Marqués de Inicio.
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María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza
La felicidad y la dicha en la vida conyugal del matrimonio Bolívar-del Toro, duró poco tiempo, ya que la fiebre amarilla ataca con todas las furias a la bella y encantadora María Teresa, fiel amante y dulce esposa del Libertador, y fallece por el mismo mal el 22 de enero de 1803.  Durante aquel idilio, que duró el mísero tiempo de 7 meses y 26 días, el Libertador quedó con el alma destrozada y se desliga totalmente del medio social y se sume en la total tristeza, hasta que al cabo de un tiempo, acoge los consejos de familiares y amigos y parte nuevamente para Europa, donde recorre las ciudades de Jerez, Sevilla, Madrid, Córdoba y otras;  estableciéndose en París desde la primavera de 1804.  En la capital francesa disfruta de los placeres parisinos, vive una vida social mundana y los estímulos del mundo intelectual, comparten la atención de Bolívar; no menos que el espectáculo fascinante de una Europa en plena ebullición política.  Frecuenta teatros, tertulias y salones, donde conoce bellas y hermosas mujeres, pero trata igualmente con sabios como Alejandro de Humboldt y Amado Bompland y asiste a las conferencias y a los cursos libres de estudios, donde se divulgan los conocimientos y las teorías más recientes.  En esta época de su vida se entrega con pasión a la lectura, y se encuentra nuevamente con su maestro Simón Rodríguez, cuyo saber y experiencia hacen de él un extraordinario compañero de conversaciones, lecturas y viajes.  Van juntos a Italia y cruzan a pie la Saboya.  En Roma, un día de agosto de 1805, en el Monte Sacro, una de las siete colinas que dominan la ciudad y después de descansar un poco, se pone de pie y mira a todos los puntos del horizonte y envuelto con los rayos del sol del poniente, recorre con su mirada escrutadora, fija y brillante sobre el espacio romano y exclama: ...”¿Conque éste es el pueblo de Rómulo y Numa, de los Gracos y los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto, de Tiberio y de Trajano?...”
Luego de hacer un análisis de todos los personajes mencionados en el párrafo anterior, con los ojos húmedos y visiblemente emocionado, se voltea hacia el maestro y amigo Simón Rodríguez y le dice en términos firmes y proféticos: “...Juro delante de usted, juro por el Dios de mis padres, juro por ellos, juro por mi honor, y juro por la patria, que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español...”.
Días después, se dirigen hacia el  sur, llegan a Nápoles, donde recibe la infausta noticia de la muerte de su tío Carlos Palacios y Blanco, acaecida en Marasma, región de Barlovento, en el Estado Miranda, cerca de Capaya, en 1805.  Maestro y discípulo se separan nuevamente.  Bolívar se dirige a París y luego, debido a los conflictos que vive Europa y conociendo los intentos realizados por el Precursor de la Independencia, Generalísimo Francisco de Miranda, considera que ha llegado el momento de volver a su patria.  Parte a París con rumbo a Hamburgo, luego regresa a Norteamérica, llegando a Carolina del Sur el 1° de enero de 1807, luego pasa a Filadelfia, Nueva York, y después de una larga estadía de observación y trabajo, viaja a La Guaira el 8 de abril y llega al puerto venezolano a principios del mes de junio de 1807.
Una vez en Caracas, vive como un joven aristócrata; atiende sus haciendas y en 1808, sostuvo un sonado pleito por una de ellas con Antonio Nicolás Briceño; no sin apartarse del porvenir de su patria.  Realiza reuniones secretas con su hermano Juan Vicente y otros amigos, en la quinta de recreo que poseen en Caracas, a orillas del río Guaire, en las cuales planifica y fija la estrategia para la independencia de Venezuela.  En este año, Bolívar encabeza una campaña de subversión y conspira en las diversas partes donde se encuentra, siendo denunciado ante los jefes de entonces: Casas y Emparam, siendo desterrados de Caracas y confinados a vivir en la hacienda de su propiedad en los Valles del Tuy.
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Juan Vicente Bolívar y Ponte
El 18 de abril de 1810, Simón Bolívar y su hermano Juan Vicente se encuentran presos en la Casa de San Mateo, vigilados y custodiados fuertemente, desde el 2 de abril del mismo año, acusados de: “...Rebeldes e Incorregibles...”, tiempo que aprovecharon ellos para leer, para sus amoríos campesinos y para atender las haciendas de San Mateo y de los Valles del Tuy, pero a partir de esta fecha, quedan en libertad y Simón es nombrado Comisionado de la Junta Patriótica, para buscar apoyo para la causa independentista en los países de Europa, acompañado de Andrés Bello y Luis López Méndez.
La Sociedad Patriótica de Caracas fue creada el 14 de agosto de 1810, por resolución de la Junta Suprema, con el fin de fomentar la agricultura, la cría, la industria;  pero al ingresar a esta el joven Simón Bolívar y Francisco de Miranda, la convierten en centro de agitación política, ya que convergen con los revolucionarios Antonio Muñoz Tébar, Francisco Antonio Paúl, Miguel Peña, los hermanos Salias, José Félix Ribas y otros, acelerando esta actitud, la Declaración de la Independencia.
El 4 de julio de 1811, después de un año de agitación, de inconformidad en el seno de la Junta Patriótica y de haber realizado diversas gestiones para la independencia de Venezuela, el Congreso Nacional vacilaba en proclamarla por cuanto consideraba que el pueblo no estaba preparado para ello.  Ese mismo día en la tarde, reanudan las sesiones del Congreso de la República, para recibir una Comisión de la Junta Patriótica, en la cual comisionaron al Presidente del Congreso para que conferenciara con los integrantes del poder ejecutivo, lo relativo a: Si la Declaración de la Independencia era compatible con la seguridad pública, o no.
En la mañana del 5 de julio   de 1811, se reunió nuevamente el Congreso. El debate giró en torno a la Declaración de la Independencia de Venezuela.  Hablaron todos los Diputados presentes en la sesión, unos argumentando a favor y otros en contra.  Una vez discutido suficientemente el tema, el Presidente del Congreso propuso la votación.  Todos levantaron la señal de apoyo a la Independencia, menos el doctor Maya, diputado por la Grita, quien argumentó que aún no era oportuna la declaración de la Independencia.  Al realizarse el escrutinio, el presidente del Congreso, Juan Antonio Rodríguez Domínguez, anunció: ... ¡Queda Declarada solemnemente, la Independencia de Venezuela!...
El pueblo, que hacía acto de presencia en el recinto, aplaudió conmovido por tan gran acontecimiento y en medio de vítores y cantos patrióticos, se encendió la llama libertaria que recorrería los más apartados rincones de América y del mundo, naciendo en este momento el Estado Venezolano, rompiéndose así las cadenas que nos ataban al feroz yugo español.

Tras la huella de Bolívar (Parte III)

TRAS LA HUELLA DE BOLIVAR
(PARTE III)
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Para redactar el Acta de la Declaración de la Independencia fueron comisionados los diputados Juan Germán Roscio y Francisco Iznardy, y para diseñar la Bandera Nacional, los diputados Francisco de Miranda, Lino de Clemente y José de Sata y Bussy. 
El Acta de la Independencia fue leída y aprobada por el Congreso Nacional el día 7 de julio de 1811, publicada el 14 del mismo año, asentada en el libro de Actas del Congreso y firmada por los Diputados el 17 de agosto de 1811.
Las primeras reacciones realistas en contra de la Independencia de Venezuela ocurrieron en Maturín, Cumaná y Valencia; pero luego del terremoto del 26 de marzo de 1812, Simón Bolívar que defendía la plaza de Puerto Cabello, cae en poder de los realistas, debido a una traición organizada por Rafael Hernández y un grupo de prisioneros.
Después de la caída de Puerto Cabello, se firma la capitulación de San Mateo, el 25 de julio de 1812, en la que Domingo Monteverde se compromete a: “...Respetar la vida y los bienes de los venezolanos, a no juzgar ni apresar a las personas que habían participado en la revolución, a otorgar pasaportes a todo aquel que quisiera salir del país y a dar libertad a los prisioneros...”.  
La Primera República se inicia con los hechos acaecidos el 5 de julio de 1811, con la Declaración y Firma del Acta de la Independencia de Venezuela, y terminó el 25 de julio de 1812, con la Capitulación de San Mateo.
Monteverde no cumplió su compromiso con la capitulación.  Francisco de Miranda fue encerrado en la prisión de La Guaira, luego trasladado al Castillo de Puerto Rico y por último, llevado a Cádiz, donde murió en el Castillo de las Siete Torres, del arsenal de la Carraca, el 14 de julio de 1816, a la edad de 66 años de edad.
Las causas de la pérdida de la Primera República fueron: El escaso respaldo que el pueblo le prestó al gobierno formado después de los sucesos del 19 de abril de 1810.  La tolerancia que caracterizó a los jefes patriotas, quienes trataban de evitar el derramamiento de sangre.  Agravamiento de la crisis económica, al emitirse una gran cantidad de papel moneda sin respaldo y que no fue aceptada por el pueblo.  El terremoto de 1812, la pérdida de la plaza de Puerto Cabello y pugna entre Francisco de Miranda y la oligarquía criolla...

EL DECRETO DE GUERRA A MUERTE

 El Decreto de Guerra a Muerte, es una proclama emitida por Simón Bolívar el 15 de junio de 1813, en la ciudad de Trujillo, cuando venía en su gira triunfal hacia Caracas, en la Campaña Admirable, cuando a la cabeza de un ejército poco numeroso, limpia de enemigos las márgenes del río Magdalena, toma en febrero de 1813 la Villa de Cúcuta e inicia en mayo la liberación de Venezuela.  La serie de combates y de hábiles maniobras que en tres meses le condujeron vencedor desde las fronteras del Estado Táchira hasta Caracas, conde entra triunfal el 6 de agosto, le merecen en realidad el nombre de la Campaña Admirable.
La Guerra a Muerte existía desde los albores de la Independencia; sin embargo, Simón Bolívar al decretarla, pretendió crear el sentimiento patriótico en los americanos, realzando el valor de la guerra por mantener una patria unida y libre, y darle carácter internacional a la guerra, para que los americanos tuvieran conciencia que la guerra de independencia era una lucha de América contra Europa.

RESUMEN DEL HISTÓRICO DEL DOCUMENTO

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“Todo español que no conspire contra la tiranía a favor de la justa causa, por los medios más activos y eficaces, será tenido por enemigo, castigado como traidor a la patria y en consecuencia, irremediablemente pasado por las armas. Por el contrario, se concede un indulto general y absoluto a los que pasen  nuestro ejército con sus armas o sin ellas;  a los que presten auxilio a los buenos ciudadanos que se están esforzando por salir del yugo de la tiranía.  Se conservarán en sus empleos y destinos a los oficiales de guerra y magistrados civiles que proclamen al gobierno de Venezuela y se unan a nosotros; en una palabra, los españoles que hagan señalados servicios al estado, serán reputados y tratados como americanos”.
”Y vosotros americanos, a quienes el error y la perfidia os ha extraviado de la senda de la justicia, sabed que vuestros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima persuasión de que vosotros no podéis ser culpables y que sólo la ceguedad e ignorancia en que os han tenido hasta el presente los autores de vuestros crímenes, han podido inducirlos a ellos.  No temáis la espada que viene a vengarnos y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a la suerte vuestros verdugos”.
“Contad con una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades.  El sólo titulo de americanos será vuestra garantía  y salvaguardia.  Nuestras armas han venido a protegernos, y no se emplearán jamás contra uno solo de nuestros hermanos”.
 “Esta amnistía se extiende hasta a los mismos traidores que más recientemente hayan cometidos actos de felonía y será tan religiosamente cumplida que ninguna razón, causa o pretexto será suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sean los motivos que nos deis para excitar nuestra animadversión”

 “Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América.  Americanos, contad con la vida, aún cuando seáis culpables”....

Tras la huella de Bolívar (Parte IV)

TRAS LA HUELLA DE BOLIVAR
(PARTE IV)



Una vez publicado el Decreto de Guerra a Muerte, gran cantidad de personas se sumó al Libertador, que venía desde Cúcuta, pasó por Mérida y llegó a Trujillo donde dicta su célebre Decreto;  luego sale de esta ciudad y pernocta en Boconó hasta el amanecer del día 28, cuando continúa por la ruta hacia Biscucuy, población que le acoge y le honra durante el día 30 de junio de 1813;  luego de  pasar por varias ciudades más, derrotó al español Izquierdo en la Sabana de Los Pegones y José Félix Ribas derrotó a Oberto en Los Horcones.  Luego Bolívar toma a Valencia, que había sido abandonada por Monteverde y dejó a Girardot en esta Plaza para que organizara las operaciones para sitiar a Puerto Cabello, donde se había refugiado Monteverde, mientras que él continúa hacia Caracas, a cuya ciudad llega al 7 de agosto de 1813, donde fue recibido por todo el pueblo, que colmado de entusiasmo, le dio la bienvenida;  confirmándole la municipalidad el Titulo de Libertador y que con antelación los pueblos de Mérida y otros por los que había pasado, le habían aclamado como tal.
Luego de restablecida la Segunda República, Bolívar se dirige a Puerto Cabello y derrota a Monteverde en Bárbula, donde muere el patriota colombiano Anastasio Girardot, en su intento de clavar la bandera republicana en la cumbre del cerro, para luego derrotarlo nuevamente en Las Trincheras.
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José Tomás Boves
El 14 de octubre de 1813, La Municipalidad de Caracas nombra a Bolívar Capitán General de los Ejércitos Patriotas, donde además le confiere el Título de Libertador de Venezuela.
No obstante a estos triunfos, el peligro realista no desaparece para Venezuela.  Este se agudiza y los realistas atacan con más furia.  Yánez y José Tomás Boves, comienzan a actuar en los llanos.  Boves, quien llegó a Venezuela en 1803, le confían el mando de una lancha armada en Puerto Cabello para vigilar las costas e impedir el contrabando, pero debido a que cometió varios atropellos y se complicó en actos de piratería, fue hecho preso y condenado a 8 años de prisión, pero por recomendación de unos amigos que intercedieron por él, fue pasado a la prisión de Calabozo, donde hizo relaciones con los llaneros, se adaptó a la vida del llanero y una vez cumplida la pena y dejado en libertad, se estableció como comerciante y penetró el llano adentro.
En 1812, Boves se encontraba en San Carlos, donde fue detenido por sospechas de estar conspirando con Monteverde y con los realistas, logrando un amigo su libertad nuevamente.  Regresó a San Carlos, comunicó a otros la noticia sobre la campaña de Monteverde y fue detenido, pero, cuando el realista Eusebio Antoñanzas, llegó a Calabozo, tomó la ciudad sin resistencia, fusiló a los patriotas y libertó a los españoles y canarios, entre los que se encontraba José Tomás Boves, quien aprovechándose del conocimiento que tenía de los llaneros y valiéndose de la influencia que ejercía sobre la gente del llano, hizo un numeroso ejército de llaneros que llamó: “LA LEGION INFERNAL”.
Enterado Bolívar que Boves tenía un ejército organizado, envía a Tomás Montilla contra él; Montilla fue derrotado en el Cabo de Santa Catalina.  Boves continúa su marcha y llega a Villa de Cura donde saquea la ciudad y pasa por las armas a la población.
Bolívar al tener noticia de la pérdida, envía tropas nuevamente pero esta vez al mando de Campo Elías quien derrota a Boves el 14 de Octubre de 1813, en la Sabana de Mosquiteros;  Bolívar entra luego a Calabozo y aplica el Decreto de Guerra a Muerte.  Los llaneros ante la crueldad de Campo Elías, se unen a Boves nuevamente quien después de la derrota de Mosquiteros, había escapado solo hacia Guayabal.
Boves envía parte de su reorganizado ejército a Ocumare del Tuy, comandado por Francisco Rossete, mientras que Boves se dirige a Villa de Cura;  ambas ciudades fueron asoladas. En el año 1814, uno de los más convulsionados de nuestra historia, se produce la Batalla de La Puerta, donde Campo Elías fue derrotado por Boves;  José Félix Ribas luego de una cruenta batalla, derrota a Boves el 12 de febrero en La Victoria, con un grupo de estudiantes del seminario de la Universidad de Caracas;  también triunfa sobre Rossete en Charallave, pero el mismo Rossete se reagrupa y produce una catastrófica derrota a Juan Bautista Arismendi en Ocumare del Tuy;  posteriormente José Félix Ribas derrota nuevamente a Rossete en la misma ciudad.
En el Parque del Ingenio de San Mateo, Bolívar defiende con gran heroísmo la plaza en cruenta batalla donde perece el patriota colombiano Antonio Ricaurte,  al inmolarse heroicamente en defensa del parque.  En Boca Chica, Mariño derrota de nuevo a Boves.  En Valencia, se dan dos situaciones de gran dificultad: por un lado la primera victoria de la Batalla de Carabobo, de Bolívar sobre los realistas de Juan Manuel Cagigal.
El segundo problema se da en la Batalla de La Puerta de fatales consecuencias, pues Boves derrota por completo a Bolívar y Mariño por una mala información de sus exploradores de inteligencia.  Desapareció así el Batallón Aragua cruelmente diezmado por Boves, quien no dejó un solo soldado vivo.  Ante tal derrota, el Libertador emprende la retirada con una parte de su Estado Mayor hacia La Victoria.  De allí se va a Caracas, luego de reorganizar las fuerzas en La Victoria.  Boves envalentonado decide atacar a Antímano, pero Bolívar y Ribas lo detienen.  Conferencian en un consejo de guerra y deciden la retirada hacia el Oriente de Venezuela acompañados por gran parte de la atemorizada población, el 7 de julio de 1814 cuando se escucha el grito: “...A Oriente... a reparar nuestros desastres y a proseguir luchando...”.  Se perdía así, la Segunda República.
Después de diversos acontecimientos, un grupo de patriotas encabezados por José Félix Ribas, José Francisco Bermúdez y Manuel Carlos Piar, desconocen la autoridad del Libertador en la ciudad de Carúpano y este se traslada a Nueva Granada en compañía de Mariño el 6 de septiembre de 1814, no sin antes responder su grado de responsabilidad en cada uno de sus actos y acepta como propios los errores y faltas cometidas; devolviendo con amplitud y generosidad a sus detractores, los dardos que le hieren inmisericordemente, y se declara único culpable de las calamidades que afligen a la patria, a la cual jura redimir, confirmando la sentencia: “Libertador o Muerto”... “Mereceré siempre el honor que me habéis hecho”, y fortalecido por su fe inquebrantable, acepta el sacrificio que le impone el destino, seguro como está de regresar al suelo patrio, a destrozar las cadenas que sujetan a Venezuela de tan ignominioso cautiverio.
Este mismo año, se realiza la Batalla de Urica, en la que pierde la vida el sanguinario José Tomás Boves, atravesado por una lanza del patriota Zaraza, aunque pocos se percataron de su muerte en el campo de batalla.
Después de largas luchas, en las que se alternaban los triunfos y las derrotas, es nombrado Bolívar Capitán General de los Ejércitos, por el Congreso de la Nueva Granada, y pasa a Haití donde recibe la ayuda del Presidente Alejandro Petión quien organiza la Expedición de Los Cayos, integrada por Manuel Carlos Piar, Mac Gregor, Santiago Mariño, Pedro Luis Brión,  Pedro Briceño Méndez y Francisco Antonio Zea entre otros, quienes llegan a la Isla de Margarita y desembarcan en Juan Griego el 3 de mayo de 1816. Tres días después, Bolívar preside en calidad de Jefe Supremo, la Asamblea celebrada en la Villa del Norte de Margarita, y es reconocido y proclamado por los principales caudillos y vecinos de la Isla como Jefe Supremo de la República.
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Bolívar entra por Carúpano sin resistencia de los realistas y convoca al pueblo a sumarse a la gesta independentista;  llama a las armas a los esclavos, ofreciendo emancipar a los que se alisten en las filas de la revolución;  organiza la guerra en la provincia, envía a Mariño a las costas de Guiria y a Piar lo manda a Maturín.  Se comunica con Monagas, Rojas y Cedeño, quienes le reconocen como Suprema Autoridad de la República y un nuevo Congreso celebrado en Carúpano, le ratifica los poderes que le habían sido reconocidos, iniciando una incansable campaña por los diferentes rumbos de la patria, recibiendo adhesiones en cada pueblo que visitaba.
Luego de esto, se dirige a Angostura donde idea la convocatoria y celebración de un congreso, también con la idea de libertar a la Nueva Granada y dar a conocer las ideas de la causa republicana, fundando así el periódico “El Correo del Orinoco”, cuyos principales colaboradores eran: Martín Tovar, Peñalver, Francisco Javier Yánez, Juan Germán Roscio, Palacios Fajardo, Zea y otros.


El 15 de febrero de 1819, se instala el Congreso de Angostura y ante él, el Libertador presenta su dramático mensaje en el que revela su genio de legislador y estadista.  Analiza la situación del país y expone las razones sobre la organización de la nación, además somete a consideración un proyecto de Constitución, que fue aprobado y en el mismo año se reglamenta la forma de gobierno centralista;  el Presidente, duraría cuatro años en sus funciones y era responsable ante las Cámaras.

Tras la huella de Bolívar (Parte V)

TRAS LA HUELLA DE BOLÍVAR
(PARTE V)


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El Discurso de Angostura está catalogado como la más densa e importante pieza de oratoria del Libertador;  su obra eximia como escritor.  En él recoge dos aspiraciones que ya ha comenzado a realizar: la abolición de la esclavitud y el reparto de la tierra a los soldados, además de su concepción del poder moral, reafirmando su función inmortal del porvenir americano.
Después de concluidas las actividades del Congreso de Angostura, Bolívar envía a Santander a la provincia de Casanare, con el fin de organizar una división de vanguardia para invadir a la Nueva Granada;  mientras tanto el Libertador se dirige hacia Apure y se reúne con el General José Antonio Páez a las orillas del río Apure en 1819, en el Cuartel General del Centauro del Llano (como se le llamaba a Páez);  premia a los soldados héroes de las Queseras del Medio con la Cruz de los Libertadores y les dijo:  “Acabáis de ejecutar la proeza más extraordinaria que pueda celebrar la historia militar de las naciones...Lo que se ha hecho, no es más que un preludio de lo que podéis hace...Preparaos para el combate, y contad con la victoria que lleváis en las puntas de vuestras lanzas!”...
Debido a los éxitos obtenidos por Santander en Casanare, Bolívar decide poner en práctica la Campaña de Nueva Granada, dejando la caballería en los llanos, al mando de Pedro de León Torres, Juan Bautista Arismendi y José Antonio Páez.
El 15 de Mayo de 1819, Simón Bolívar sale de Mantecal bajo torrenciales tempestades.  En Tame, se le incorporan las tropas de Santander; cruzan el Páramo de Pisba con grandes sacrificios, ya que la tropa en su mayoría estaba integrada por llaneros venezolanos, venidos de la candente pampa y nunca habían soportado las bajas temperaturas de los páramos andinos. El efecto del aire frío y penetrante fue fatal para muchos de ellos ya que a los pocos minutos expiraban.  En muchos casos hubo la necesidad de flagelar a algunos de ellos para reanimarlos y rescatarlos de la muerte.  Luego llegan a Sacha, cansados, enfermos y desprovistos de armas y provisiones.  En Corrales, se enfrentan al realista Barreiro obteniendo un rotundo triunfo.  Al día siguiente se enfrentan a feroces enemigos a los que vencen sin mucha dificultad  y obligan a Barreiro a abandonar sus posiciones en la Peña de Tópaga.
Bolívar se enfrenta en combate en posición desventajosa con las tropas de Barreiro, y arrollados por el empuje realista, los batallones patriotas empiezan a flaquear y a ceder terreno, cuando Bolívar en persona, espada en mano, se lanzó a contenerlos y a reagruparlos, seguido por Anzoátegui y un joven irlandés de nombre Florencio O’Leary, quien avivado por pelear por primera vez bajo la mirada de Bolívar, hizo prodigios de valor. 
Luego de una encarnizada lucha, logran derrotar a Barreiro, lid en la que O’Leary recibe un sablazo en la frente, que le deja una profunda cicatriz;  por fortuna, el adversario que lo hiere carece de vigor para partirle el cráneo.  Con el rostro cubierto de sangre, el irlandés es conducido con prontitud a la retaguardia, al mismo tiempo que las sombras de la noche envuelven por completo el valle y comienza un fuerte invierno.
Una vez derrotado Barreiro y después de emprender la huída hacia Bogotá, es dado caza y aniquilado definitivamente en Boyacá, el 7 de agosto de 1819.  Posteriormente el Libertador Simón Bolívar entra triunfal en Bogotá, logrando de esta manera la libertad de la Nueva Granada y realiza la creación de la Gran Colombia.
Después de la Campaña de la Nueva Granada, el Libertador retorna a Angostura, donde es aclamado por el Congreso, y en él expone el resultado de la campaña y la  forma de crear la República de Colombia, que estaría integrada por la Nueva Granada y Venezuela.  Este proyecto fue aceptado y el 17 de Diciembre de 1819, dicta la Ley o Constitución por la cual se rige la nueva República de Colombia, acto en el cual, el Congreso nombra Presidente de Colombia a Simón Bolívar y como Vicepresidente a Francisco Antonio Zea A Santander lo nombran Vicepresidente de Cundinamarca  y a Germán Roscio, Vicepresidente de Venezuela.  Para Quito fue pospuesto el nombramiento, debido a que aún no había sido liberado y se encontraba en poder de los españoles.
El realista Pablo Morillo, por órdenes de la corona española, se dirige al Congreso de Angostura y propone a los patriotas que reconozcan la soberanía española, con el propósito de que se logre la paz en América, pero la respuesta altiva de los patriotas no se deja esperar y en una actitud firme y rotunda se niegan a tal petición.  No obstante, las conversaciones e intenciones de parte de Morillo continuaron y culminan con la firma de los Tratados de Armisticio, celebrado el 25 de Noviembre de 1820 y el de Regularización de la Guerra, al día siguiente en la ciudad de Trujillo.
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Gral. Pablo Morillo
En el Tratado de Armisticio, se acuerda la suspensión de las hostilidades por seis (6) meses, permaneciendo las tropas en el sitio en que se encontraba para el momento del tratado.  La ruptura de las hostilidades, debía comunicarse con cuarenta (40) días de antelación, lográndose con la regularización de la guerra, poner fin a la Guerra a Muerte.
Después del tratado, Pablo Morillo muestra deseos de conocer personalmente al Libertador y a tal fin, solicita por medio de sus comisiones que le fuese concedida una entrevista, celebrándose ésta, el 27 de Noviembre de 1820, en la población de Santa Ana, y en el medio del entusiasmo popular, se brinda por el fin de la guerra.  Pablo Morillo en medio de una euforia franca, deja constancia en su expresión de este día, como uno de los días más felices de su vida;  y en medio de la alegría, La Torre exclama al brindar ante el exaltado público:  “¡Descenderemos juntos a los infiernos, en persecución de los tiranos!”
Al día siguiente, se acordó erigir un monumento en el sitio donde se habían encontrado estos hombres de la historia y los valientes soldados realistas y patriotas para perpetuar el sincero recuerdo de aquella inolvidable entrevista.
Después de la entrevista de Santa Ana, Pablo Morillo vuelve a Caracas, deja en el gobierno al General La Torre y se embarca para España.

Tras la huella de Bolívar (Parte VI)

TRAS LA HUELLA DE BOLIVAR
(PARTE (VI)

Bolívar se moviliza inmediatamente hacia Barinas y luego a Bogotá, con el fin de reunir a las tropas que se encuentran dispersas, recibir los auxilios del exterior y rescatar la confianza del pueblo.  Envía dos emisarios a España a negociar la paz, siempre que se reconozca la Independencia de Venezuela y la de la Nueva Granada, pero esta misión fracasa por la negativa de  la corona española.
El 28 de Enero de 1821, Maracaibo es proclamada como una República Democrática unida a Colombia, y esta actitud provocó la ruptura del armisticio.
Debido a lo distante que se encuentra el Libertador del general La Torre, es imposible concretar un acuerdo para resolver esta crítica situación, por lo cual, había que esperar el cumplimiento del término del armisticio.
Bolívar, convencido de que no puede hacer ningún arreglo con España, decide reanudar las hostilidades y comunica al general La Torre, que si no reconocen la Independencia de la Gran Colombia, continuará la guerra, acto seguido en el cual, ordena a Bermúdez que se encuentra en Oriente, que invada a Caracas: misión que éste cumple a cabalidad y obtiene varios triunfos en su recorrido.
La campaña de Bermúdez fue favorable al plan del Libertador, ya que mientras hay refriegas en el Centro, él se reúne con las fuerzas de José Antonio Páez y Rafael Urdaneta, organizando su ejército en tres (3) divisiones: Una al mando de Páez, otra al mando de Cedeño y la tercera al mando de Ambrosio Plaza.
El ejército patriota se dirige a Valencia, y allí se encuentran con que el ejército realista ocupa la sabana de Carabobo, el camino de Pao y el desfiladero de Buena vista, y esto le impide el paso al Ejército Patriota, pero...
Al despuntar el alba de aquel glorioso 24 de Junio de 1821, el Libertador entabla batalla y el ejército republicano deja en el campamento todo su equipaje.  El Libertador estudia la situación del enemigo desde las cumbres de Buena Vista y aprecia en todos sus pormenores las situaciones que ocupa.  Ordena a la División de José Antonio Páez que ataque al enemigo por el flanco derecho, pero los realistas, al darse cuenta de la maniobra, se adelantan para impedírselo.  Páez va a la cabeza de sus llaneros y recibe el fuego de cuatro batallones realistas, pero de inmediato entra al campo de batalla en perfecta formación y sin disparar un solo tiro, la Legión Británica.
A pesar de la furia del combate, la artillería enemiga ataca a la Legión inmisericordemente,  y La Torre con sus batallones la fusila, pero ella no cede ante el feroz ataque, hasta que hincados de rodilla en tierra, ejecutan las descargas con admirable precisión sobre el enemigo.  El comandante Farriar rinde su preciosa vida a la cabeza de tan gallardos y preclaros compatriotas.  Las balas golpean y aniquilan a tan heroicos soldados cuando al amparo de la Legión Británica, comandada por el oficial Devy, Páez consigue reorganizar sus batallones, lo lleva de nuevo a la pelea y restablece el combate.  Se une con los ingleses y cargan de nuevo sus bayonetas, quedando allí, diecisiete oficiales de la  Legión Británica y más de la mitad de los soldados de los Bravos de Apure, muertos.
Después de una encarnizada lucha y haber contado con el apoyo de Los Bravos de Apure, Tiradores y la Legión Británica, Páez logra reorganizar por completo sus fuerzas y ataca a los realistas, logrando que estos cedan ante el ímpetu de las cargas patriotas, hasta que enmudecido por la sorpresa, nota que un jinete sale del campo de batalla y desconcertado galopa hacia donde él se encuentra.  El jinete pierde en breve la carrera y a trote lento, suelta las riendas y casi en la presencia de Páez, sin poder sostenerse sobre la silla, se le queda mirando fijamente a los ojos, a lo que Páez le sale al paso y le grita duramente: “¿Tienes miedo?... ¿No quedan ya enemigos?...¡Vuelve y hazte matar!... Al oír aquella dura voz que resuena irritada, caballo y jinete se detienen.  El primero, herido mortalmente y ya  sin resistencia, dobla las patas y a punto de caer, mientras que el segundo, de nombre Pedro Camejo, conocido popularmente como El Negro Primero, abre los ojos resplandecientes ante la agonía y se yergue en la silla de la moribunda bestia, arroja al suelo su ensangrentada lanza y abriéndose la chaqueta y poniendo al desnudo su pecho, desde donde sangran dos profundas heridas, exclama balbuciente:  ¡”Mi General...Vengo a decirle adiós...porque ya estoy muerto...”!.  A los pocos segundos, caballo y jinete caen sin vida al suelo, al mismo tiempo que nuestros patriotas victoriosos, lancean por la espalda a los despavoridos españoles que huyen desesperadamente del campo de batalla que se ha tornado un océano de sangre.  Batallones enteros quedan completamente destrozados y en el preciso instante en que el ejército español cede y se desorganiza, un raudo jinete aparece en aquel histórico campo de batalla.  Su marcial actitud y valiente arrogancia cautiva las miradas y atención de los escuadrones patriotas, quienes saludan orgullosos al joven General de Tercera División Republicana, quien no oculta su desenfrenado deseo de tomar parte en la batalla que se encuentra a punto de concluir.  Una vez en el campo, busca y divisa a los cuerpos realistas que aún defienden sus rasgadas vestiduras y Banderas, entre ellos las de Barbastro y Valencey, quienes después de rendirse, retroceden violentamente y enfrentan  a los patriotas, cayendo el glorioso e ilustre patriota Ambrosio Plaza con una bala en el corazón, logrando en medio de la refriega escapar a Puerto Cabello el general realista La Torre, y  muchos de sus seguidores se entregaron prisioneros.

La Batalla de Carabobo duró muy poco y sobre la frente erguida del Centauro José Antonio Páez, brillaba un nuevo laurel.  El Libertador desciende a la llanura en el momento cuando se consuma la victoria, cumpliéndose en aquel instante y con aquel heroico hecho histórico, el pronóstico y sueño del Libertador, quien saluda entusiasmado a sus soldados, y éstos en vehemente respuesta gritan con furor enardecidos, vivas a su inmortal caudillo, pregonando su victoria con tan atronadora vocería, que hasta los moribundos se levantaban del suelo, ignorando sus angustias, para brindar su último aliento por la patria.