martes, 30 de junio de 2015

Los Altos Mirandinos (IV)

LOS ALTOS MIRANDINOS (IV)

A los Altos Mirandinos se puede accesar por la Carretera Panamericana, la Vía del Embalse la Mariposa, la Carretera San Diego - San Antonio, La Carretera Vieja Caracas - Los Teques y la Autopista Regional del Centro vía Tejerías.
Se encuentra ubicada un territorio de aproximadamente 7.950 km², los cuales cobijan a casi dos millones y medio de habitantes. Esta región, junto con el Distrito Capital, conforman la región Capital, la cual constituye el primer polo urbano, manufacturero, financiero y comercial del país. Sus paisajes geográficos son de gran diversidad, observando al norte del Estado Miranda el dominio de la cordillera de la costa, hacia el este se extienden las tierras de Barlovento y hacia el oeste se levantan las montañas de Los Teques.

La vegetación característica es apreciada a través de tres categorías, las cuales son: bosques tropófitos sub-húmedos mencionado anteriormente, bosques semideciduos y bosques medio altos con alturas superiores de 3 m, este tipo de bosque se asemeja a la selva tropical. Por su parte, en lo que respecta a las estaciones secas que contempla esta región, los bosques son hostigados por quemas realizadas por los mismos habitantes de la zona y son de tipo prácticas agrícolas. También hay presencia de zonas exentas de vegetación para dar uso urbano.
La hidrografía de la zona se encuentra representada por el río San Pedro, el cual es catalogado como el río principal en esta zona, en sus cabeceras es limpio y frío y se encuentran ubicadas en las zonas montañosas aproximadamente a 1700 m s.n.m. en el Parque Macarao. Como río secundario de esta zona es el Río El Jarillo, este tiene sus cabeceras ubicadas un poco más altas que las del Río San Pedro a 2200 m s.n.m. en el cerro El Palmar. El Municipio Carrizal tiene la quebrada Santa María, la quebrada La Rinconada y la quebrada Yagrumo como principales cursos de aguas. El patrón de drenaje es de tipo dendrítico y pseudo- rectilíneo y las quebradas se caracterizan por ser de márgenes estrechas y en forma de “V”. A su vez, se observan saltos y cascadas producto de la topografía resaltante.
En cuanto al crecimiento y desarrollo de los Altos Mirandinos, es necesario diferenciar entre dos tipos de situaciones urbanas y sus condiciones: aquellas que conllevan al crecimiento de una ciudad y aquellas que conllevan a su desarrollo. Pocas veces ambas situaciones pueden considerarse como parte de un mismo proceso. El crecimiento de las urbes se relaciona básicamente con el aumento de sus áreas urbanas y a la densificación poblacional, es decir, mientras más se expande el perímetro urbano de una ciudad y se eleva su tasa poblacional se entiende que esta está creciendo, lo que aumenta también las necesidades y requerimientos de sus residentes en todos los aspectos de su vida: vivienda, empleo, servicios públicos, vialidad, transporte, servicios complementarios, etc., el crecimiento puede no darse de forma equilibrada y sin un criterio urbanístico o plan de progreso, por lo cual la urbe crece sin desarrollarse cónsonamente.

La acepción general para las urbes alteñas,  es que crecen sin seguir un plan de desarrollo o un plan rector, que en el caso venezolano lo representan los planes de ordenamiento territorial y los planes de ordenamiento urbano. El desarrollo de las urbes se condiciona por diversos factores de tipo social y natural, que deben manejarse con un criterio racional que permita el equilibrio entre la disponibilidad de los recursos, los servicios procurados, el uso adecuado de los espacios territoriales, el aumento de la tasa poblacional y la expansión de los perímetros urbanos. Entre los factores sociales pueden considerarse importantes catalizadores del crecimiento la disponibilidad de viviendas y de empleos. Entre los factores naturales, las características físicas y morfológicas del espacio territorial, los recursos disponibles y los procesos dinámicos (también constituyen catalizadores del crecimiento), pueden definir en conjunto el uso idóneo para cada espacio y las restricciones en el uso de los mismos.




Los Altos Mirandinos (III)

LOS ALTOS MIRANDINOS (III)


Por su parte, Los Teques formaban parte de una encomienda y los territorios conquistados de la zona que actualmente comprende el municipio Guaicaipuro, se le asignaron a Andrés González, compañero de Francisco Fajardo y Francisco Tostado de la Peña. Luego pasaron al Capitán Juan de Ascanio y a Correa de Benavides, la tradición de la propiedad continuo con Diego de Miquilena quien vendió en 1684 a Doña Melchora Ana Tovar Ibáñez, viuda del Capitán Juan de Ascanio.
Plaza Bolivar de Los Teques
Plaza Bolívar de los Teques
Posteriormente, estas mismas tierras eran patrimonio de Juan de Ascanio y Correa de Benavides y para finales de ese siglo, eran propiedad de Diego de Miquilena. A partir del año 1772, los habitantes españoles de San Pedro de Los Altos (aledaño a Los Teques) se trasladaron  progresivamente a un caserío que contaba con tan solo 99 habitantes, fundándose luego como la ciudad de Los Teques en  octubre de 1777, por el Obispo Mariano Martí  de visita pastoral, en memoria de los Indios Teque.
Carrizal, no escapa a la hermandad, similitud histórico-cultural y ubicación  de los municipios aledaños Guaicaipuro, San Diego y San Antonio de los Altos.
Originalmente fue una Encomienda otorgada a Pedro Matheos por el Capitán Don Diego de Losada, el 5 de marzo de 1568, la cual fue abandonada, y ejerciendo el Capitán Don Juan de Guevara en Caracas y sus contornos, luego  adjudico tres años después la misma encomienda (3-2-1571) a Andrés González. Cuando asumió Francisco de Calderón como teniente de Gobernador, asignó a Ambrosio Hernández la misma encomienda que pertenecía a González, pero Hernández también la abandonó y el 27 de octubre de 1572, Calderón la cedió a Cristóbal Cobos, tales medidas tomadas en contra de González provocaron un largo pleito, querella que ganó finalmente González. La encomienda abarcaba una extensa porción de Los Altos de Guaicaipuro. La encomienda concedida a Pedro Matheos y posteriormente a Andrés González tuvieron por encomiendas limítrofes a las que se indican a continuación: Las del Cacique Pacuare, asignada a Marcos Gómez de Cascajales, las del cacique Curutaima, dada a Agustin de Ancona, la del cacique Epoima entregada a Francisco Román (Epoima representó en su condición de cacique independiente y aliado incondicional de Guaicaipuro, las Cumbres de Carrizal y sus cuevas más secretas), la del Cacique Querequepano concedida al maestre Francisco, la del cacique Aguaramare dada a Francisco Maldonado y la encomienda del cacique Piaquina entregada a Hernando de la Cerda. Una hija de Andrés González, a raíz de la muerte del encomendero, hizo permuta a Blas Correa de Benavides, a cambio de una gran porción de terreno en la región de Los Teques, por bienes en Caracas.
A principios del año 1690 una extensa parte de esta encomienda estaba en el legítimo poder del Capitán Diego de Miquilena, luego adquirida en 1694 por doña Melchorana de Tovar y Báñez.
En su devenir histórico, la Parroquialidad de Carrizal, es resultante de una coordinación de esfuerzos ocupó la atención de los carrizaleños, que no fueron más, que las gestiones que se iniciaron en los mismos instantes de los asentamientos o caseríos, diseminados en lo que se llamó Los Altos de Guaicaipuro;  en los primeros tiempos de la Colonia eran nombrados Altos de Caracas y hoy se les denomina Altos Mirandinos.
 Esas comunidades de españoles (españoles y canarios), indios (aborígenes), negros esclavizados (africanos o hijos de los mismos) y pardos en general, ocupaban su tiempo en la agricultura y un poco en la ganadería, pero manifestaban preocupación esencial a su fe Cristiana, inquietudes que motorizaban en su afán de lograr un sacerdote para los momentos supremos de los servicios inherentes a su religiosidad. Esa emotividad se acrecentó la Fundación en mayo de 1683 del pueblo de San Antonio de los Altos .
Con la erección de la parroquia San Felipe Neri de Los Teques, los pueblos de Corozal, San Antonio, San Pedro y Carrizal, quedaron bajo la feligresía del nuevo curato. Iniciada la Guerra de la Independencia con la declaración del 5 de julio de 1811, volvieron los carrizaleños a dar prueba de su perseverancia al solicitar al Obispo una Capellanía para dar satisfacción a los sacramentos que profesaban, dado a que ellos tenían que ir caminando o a lomo de mula a San Antonio o a Macarao para los oficios religiosos.
Para evitar tales peregrinaciones y resueltos a tener una parroquia eclesiástica propia, los vecinos de Carrizal, comenzaron la construcción de una capilla que terminaron a mediados del año 1812, la cual bautizaron con el nombre de Capilla de la Virgen del Carmen.

Entre los constructores de la capilla, habría un joven fogoso y preocupado por el bienestar de sus coterráneos, llamado José Manuel Álvarez, quien por el testimonios que nos ha dejado de su vida y por los frutos que de él hemos conocido, fue uno de los personajes precursores y  gran filántropo de lo que significa para nosotros hoy el pueblo de las flores, Carrizal.
El muchacho fue creciendo y trabajó con mucha fuerza y amor por su terruño, preocupado por las carencias que tenía su gente, por lo que laboraba todos los días con más fuerza pues algo grande tenía en mente.   Se hizo mayordomo de las tierras de Rosalía Madriz, descendiente de un terrateniente de nombre Fernando de Ascanio y Monasterio, quien debido a su poder económico, ostentaba el título nobiliario de Conde de la Granja. No obstante, derrotados los españoles en la Batalla de Carabobo el 24 de junio de 1821, quedaron eliminados todos los privilegios de la nobleza.  Rosalía Madriz quien poseía un inmenso predio al naciente del pueblo de Los Teques, cedió por deudas y vendió además, una extensa parte de sus tierras a José Manuel Álvarez, aquel preocupado nativo de Carrizal, quien como estaba compenetrado con las necesidades de vivienda y educación de sus paisanos,  “convencido de la rusticidad con que se criaban los jóvenes del pueblo “, decidió DONAR un amplio espacio de sus propiedades con dos finalidades: la primera para la creación y sostenimiento de una escuela en razón del estado de ignorancia en que vivían los muchachos de la comarca y la segunda para el trabajo agrícola que generaría bienestar personal.
Este generoso acto del día 12 de febrero de Mil Ochocientos Veintisiete (1827), del acertadamente llamado “Filántropo de Carrizal”, Don José Manuel Álvarez, es sin duda alguna la colocación de la primera piedra de la educación y la cultura del municipio y la primera contribución de persona alguna para que los niños del municipio aprendieran a leer y escribir. Aprendieran las bases de un oficio y se pudieran defender de los atropellos que desde los tiempos de la colonización y la conquista, venían sufriendo los habitantes del país y de este suelo.

Los Altos Mirandinos (II)

LOS ALTOS MIRANDINOS (II)




Estos asentamientos alteños, están íntimamente relacionadas tanto por su ubicación como por su historia, en virtud  que durante de la época de los años 1560 aproximadamente, la penetración europea tomó por asalto la zona centro norte de Venezuela, en busca de la explotación de minas de Oro que fueron descubiertas por Pedro de Miranda y un grupo de colonizadores, quienes para su infortunio encontraron la férrea resistencia de muchos indígenas que formaban grupos independientes con sus jefes propios o caciques. El principal de estos grupos era el de Guacaipuro, cuyo asiento era Suruapo o Suruapay, situado en el actual San José de los Altos; muchos historiadores afirman que el paladín falleció un 05 de noviembre de 1568, cuando  en su intento de apoderarse de Caracas, el conquistador Diego de Losada ordenó su captura, y los soldados del jefe español intentaron entrar en su vivienda, pero el gran guerrero, lanza y espada en manos, se los impidió. Entonces, y para rendirlo, Losada ordenó prender fuego a la casa. El valiente jefe indio al ver que la muerte era inevitable, antes de humillarse a los invasores y mostrar cobardía ante su pueblo, optó por la manera más honrosa y  pereció entre llamas y disparos de mosquetes en su choza.
En éste documento, nos referiremos exclusivamente a algunos aspectos relacionados con las fundaciones e interacciones existentes entre los municipios San Diego, San Antonio, Guaicaipuro y Carrizal. 
A tales efectos, 50 años después de la muerte de Guaicaipuro, se funda la Ciudad de San Diego de los Altos en 1620; los fundadores, en su mayoría eran de origen español peninsular de los que vinieron con Diego de Losada, quizás de allí se derive su nombre en memoria del capitán fundador de Caracas. La población inicial de San Diego de Los Altos estaba muy dispersa en esa variadísima geografía. Aun hoy San Diego es un poblado distribuido a lo largo de muchas hectáreas en un eje de filas montañosas, lo que en cierto modo ha impedido la conformación de una población más compacta definida como ciudad. Sigue siendo un puente entre Caracas y los altos.
Iglesia de San Antonio.  Tomada de la cima 967 fm
Posteriormente, la población de San Antonio de Medinaceli, mejor conocida como San Antonio de Los Altos, fue fundada el 1° de mayo de 1683. Es la segunda población más vieja de los Altos Mirandinos. Tuvo dos fundadores: uno oficial, aunque sólo en el papel, que fue Don Diego de Melo Maldonado, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela; el otro, el fundador real y efectivo, fue Don Juan Mijares de Solórzano y Monasterios, 1er. Marques de Mijares, quien en el año 1692 donó un lote de tierras a cuarenta familias inmigrantes provenientes de las Islas Canarias de España para que las cultivaran y vivieran en ellas.
Estos primeros pobladores, de lo que posteriormente se constituyó como el pueblo de San Antonio de Los Altos, se dedicaron a las labores de agricultura, y a través de su trabajo y esfuerzo construyeron las bases sobre las que hoy se cimienta el municipio Los Salias.

Los Altos Mirandinos (I)

LOS ALTOS MIRANDINOS (I)



Se trata de una zona montañosa, cuyas cumbres pueden alcanzar entre 1200 y 1400 metros sobre el nivel del mar, ubicados al Oeste del Estado Bolivariano de Miranda, a unos 30 minutos aproximadamente de Caracas y están compuestos  por las siguientes poblaciones: El Jarillo, San Pedro de los Altos, Los Teques, Carrizal, San Antonio, San Diego y San José.
Son elevaciones colaterales de la Cordillera de la Costa de origen mesozoico, compuesto por rocas metamórficas de las formaciones Las Mercedes, Las Brisas y el basamento de Sebastapol. En las Mercedes abundan los esquistos micáceos calcáreos. En la formación de Las Brisas encontramos filitas y pizarras alternando con esquistos bióticos y granotíferos, lo cual indica un metamorfismo de mediano a intenso.


Todo el paquete rocoso mencionado está ampliamente fracturado y percalado por inyecciones de calizas caleicomagnésicas. Es precisamente donde las aguas subterráneas y superficiales hacen su trabajo de disolver el mineral calcáreo creando cavidades de extraordinaria belleza las cuales en veces son de grandes dimensiones.
Se han ubicado muchísimas cuevas en el área de los Altos Mirandinos. Se sabe que en Los Teques y Caracas utilizaban éstas cuevas con fines de protección y escondites. Por supuesto no falta quien le atribuye “poderes mágicos”, ante la belleza que ofrecen a la mirada escrutadora de los visitantes.
Los Altos Mirandinos, es un sector privilegiado por su clima. Es un poblado localizado entre montañas, quebradas y manantiales en una zona ampliamente fracturada por fallas geológicas, ubicado al noroeste del Estado Miranda, entre Los Teques y San Antonio de los Altos.
Es un entorno de microclima templado, con temperaturas mínimas promedio de 15°C y 27°C de temperaturas máximas promedio. Pluviosidad abundante con más de 1.200 mm en el período lluvioso (mayo a noviembre) y escasa ó esporádica en el periodo de sequía (diciembre a abril).
El relieve es bastante accidentado. Geológicamente las rocas del lugar están muy fracturadas y metereorizadas. Se trata de esquistos arcillo-pizarrosos grafitosos, de foliación prominente de la formación Las Mercedes y la formación Las Brisas (Grupo Caracas). Geomorfológicamente, la superficie se encuentra muy desgastada por la alta erosión. Presencia de muchos manantiales, ríos, quebradas y microcuencas.
Los Altos Mirandinos, tienen la alta propiedad de disponer de un nivel freático muy activo. Poseemos decenas de acuíferos, algunos de ellos ya industrializados. En el aspecto minero, tenemos presencia de oro en sus minas aparentemente agotadas.