Conversación con
Don Lucio Ochoa
Don
Lucio Ochoa, un mirandino de pura cepa, nació en las Minas (San Antonio de los
Altos), el día 13 de Diciembre del año 1919, hijo de Exaltación Ochoa y Antonia
Acosta de Ochoa. Casado con Doña
Apolina González de Ochoa, y de esa unión nacieron siete hijos.
Cuenta
Don Lucio, que cuando conoció Carrizal, tenía 12 años y el pueblo tenía una
sola calle que era de tierra; en esa
época comenzó la construcción de la iglesia, cuyas paredes se hicieron de pura tierra, adobe y
piedra; al frente de la misma había una
especie de torre de tierra la cual fueron banqueando los hombres del pueblo,
trabajo que hacían conjuntamente con las mujeres, cuya misión era la de buscar el agua en el
río Los Pozotes, que nace en la Yerbabuena y baja por todo Carrizal y cae en
Montaña Alta; ellas se encargaban de
amasar la tierra con el agua, con el objeto de hacer los bloques de tierra con
que está edificada la iglesia; el líquido del río, además les servía para beber, lavar la ropa y cocinar. La madera para la edificación la traían desde
Cañaon, (hoy Las Aguaditas), y era trasladada en mulas, caballos, burros y en
los hombros de los trabajadores que eran en su totalidad habitantes del pueblo. Como la iglesia estaba en construcción, la
misa la hacían habitualmente en la casa de las Velutini, que servía de lugar de
oración para las muy pocas familias residentes, entre las cuales puede recordar
a los Matamoros, los González, los Guárate y otras que se escapan de su
memoria. Poco antes de culminar la
iglesia, se incorporó a la parroquia, el padre Pérez de León, hijo ilustre de
Carrizal.
Muchos
de los alimentos que se consumía en el pueblo, provenían de algunas familias
como la de Lucio Ochoa, quienes tenían
haciendas en las cuales
cultivaban papas, apio, ocumo y otras verduras y eran vendidas a los habitantes
del pueblo, también en los Teques y hasta en Caracas. Además existían algunas bodegas
pertenecientes a los Guárate y a los Matamoros, en las cuales eran adquiridos
otros insumos para el sustento diario.
El
transporte hacia los sitios aledaños a Carrizal, como los Teques, San Diego,
San José y San Antonio, eran efectuados por varias camionetas que cubrían esa
ruta y cuyo precio era 0,50 Bs. por
puesto.
Nuestro
interlocutor, el señor Lucio Ochoa nos relató que es profundo devoto de la
Virgen del Carmen y hace aproximadamente 18 años está encargado de hacer la
fiesta en su honor, por lo que todos los años se efectúan los oficios
religiosos y procesión contribuyendo así a la perpetuación de nuestros arraigos
religiosos y folklóricos.
Es
para nosotros el equipo de la Oficina del Cronista Municipal, un inmenso placer
de haber participado en esta conversación con tan insigne ciudadano, el cual es
un ejemplo de perseverancia, de honradez, de sabiduría, de devoción, de apego a
sus mas profundas creencias y de respeto y amor por el municipio que le vio
crecer conjuntamente con su familia y descendencia y por lo cual le fue
otorgada el 24 de junio del año 2002, la Orden Monseñor Rafael Pérez León.
Infortunadamente, Don Lucio, Alteño verdadero, nacido y criado bañándose en las aguas de las quebradas y riachuelos que riegan a estos predios, junto a los
verdes parajes solitarios de la fila montañosa de Santa María, dejó de existir el día 02 de septiembre del año 2009, este fabuloso hombre de pueblo que tantas alegrías le proporcionó y aportes, supo dar a los habitantes del pueblo y la feligresía de Carrizal.