COLINAS SUAVES (I)
De: Lucas Guillermo Castillo Lara
De: Lucas Guillermo Castillo Lara
Una
de las herederas de las tierras de Los Teques, Doña Josefa Ascanio y Tovar,
mujer de Don Juan Mijares, conservó la sexta parte de su herencia, la cual pasó
a sus herederos. Algunos de ellos fundan
haciendas en la parte de Carrizal. Entre
ellos, los Mijares, los Vega y los Ascanio.
A su vez, otros de estos herederos habían vendido sus derechos a varias
personas. En el año de 1824, el día 6 de
septiembre, la señora Camila Madriz, vendió al señor Juan José Rodríguez,
vecino de San Antonio, el derecho y acción que le correspondía en las tierras
de Carrizal. Ninguno de los otorgantes
sabía firmar, tal como lo declaró el Escribano Público Manuel Gómez, ante quien
se otorgó la escritura. Luego de ésta venta,
los demás herederos del Conde de La Granja, también comenzaron a vender.
En
un convenio de partición realizado ante un Tribunal, el día 9 de febrero del
año 1825, concurrieron algunos de los herederos y sucesores, siendo el señor
Tomás Martínez Guardia, quien cobraba los arrendamientos de la señora Rosalía
Madriz, una de las herederas más fuertes, su representante en el caso. Ya la señora Madriz, había vendido una gran
cantidad de su parte de sus derechos a José Manuel Álvarez y en el Tribunal,
todos los herederos, estuvieron de acuerdo en respetar las ventas hechas
anterior a ese acto y en no vender más terrenos, mientras no se efectuara la división
total de las tierras, con excepción de un terreno “…suficiente para el pueblo que se trataba de fundar…” que los
vecinos de Carrizal habían ofrecido comprar, la cual nunca llegó a realizarse,
debido al inmenso acto filantrópico de José Manuel en el momento en que donó
parte de sus predios a los habitantes del pueblo.
Las
casas, se habían ido asentando en un recodo desde donde se iniciaba un pequeño
valle que se desenvolvía junto a un riachuelo manso de aguas herrumbrosas. Las colinas, eran suaves…de amorosa
mansedumbre, las cuales se prolongaban hasta Corralito, mientras iba naciendo
en medio, otro hilillo terso de agua fina.
A
los costados, en el sur y el oeste, la colina cae abruptamente en áridas
laderas, hacia Paracotos y Tácata. Por los
otros lados, las colinas se empinan y se hacen más altas hacia los Budares, San
Antonio y hacia Pan de Azúcar, donde siguen su camino hacia a los Teques.
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