CARRIZAL EN LA HISTORIA (XVI)
Era
principios de los años ´40 y por ese camino llegaba el primer carro a Carrizal;
era un Ford y lo manejaba Andrés Artahona;
según el Libro de Registro de Terrenos Comunales y otras Propiedades que
llevaba la Junta Comunal
del Municipio Carrizal fechado en Octubre de 1940, llegaron al municipio
camiones, camionetas y automóviles pertenecientes a los ciudadanos: Eduardo
Guevara, Francisco Landaeta, Ángel Marrero, Alberto Machado, Augusto Matamoros,
Félix Zambrano, Juan Madinaveitía, Alberto Guinaglia, Daniel del Burgos,
Francisco Camposano, Luís Simón, Mario Luchür , Ramón Vidal y Leobigido Pérez.
Estos
ciudadanos pagaban sus Patentes por concepto vehículos trimestralmente a la Junta Comunal del
Municipio, a razón de Cuarenta Bolívares (Bs. 40,oo) los camiones; Veinticinco
Bolívares (Bs. 25,oo) las camionetas y Veinte Bolívares (Bs. 20,oo) los
automóviles.
En
el mismo Libro de Registro aparecen los pagos de las mensualidades de los
Comerciantes establecidos en el municipio, entre los cuales podemos mencionar:
Canuto Acosta, Claro Alayón, Clemente García, Dionisio Garcés, Ramón Hurtas,
Tomás Hernández, Ángel María Marrero, Francisco Matamoros, Augusto Matamoros,
Bernardo Hernández, Pablo Revete, Rosalio Ochoa, León Díaz, Martín Corrales,
Pedro Gómez Flores, Pantaleón Vierma, Andrés Vierma y Juan Grimán, quienes
tenían negocios de víveres, botiquines, alpargaterías y carpinterías en
Carrizal, Corralito, Las Minas, Barrialito, Guareguarito, La Fila de Guareguare y Las
Adjuntas.
Éstos
lugares antes desde la
Donación de Don José Manuel Álvarez, tuvieron una vida quieta
y apacible. Sus moradores estaban
dedicados principalmente a las faenas agrícolas, sobre todo de frutos menores y
haciendas de café. Posteriormente llegaron las siembras de hortalizas, pero eso
fue mucho más reciente.
El
pueblo era un lento remanso de vidas y seres.
Acompasados a un discurrir siempre igual. Nada turbaba esa vida de pocos vecinos. Encausados entre sus trabajos y sus familias, alejados de los
conflictos y angustias de afuera. El mundo era muy lejano, más allá de sus
cerros. Pocos iban a Caracas, cuando mucho
iban a Los Teques y con mayor frecuencia a San Antonio.
Sólo
las fiestas patronales y el día del Carmen alborotaban un poco la superficie de
Carrizal. El programa de fiestas lo
redactaba Don Francisco Matamoros, quien traía a la población un gran
despliegue de cohetes. La misa solemne
la oficiaba algún cura traído de pueblos vecinos, además de la procesión y
toros coleados que se hacían en la tarde. Cerraban la Calle de Abajo (Calle
Bolívar) con talanqueras y no faltaban vendedores de dulces y granjerías, una
que otra ruleta de animales, además de recibir a visitantes de poblaciones
vecinas. Las muchachas se ponían sus
mejores vestidos y calzados y se iban a desfilar calle arriba y calle abajo en
un continuo remolinear.
Otra
de las fiestas que alteraba completamente el ritmo de la población, era la Semana Santa , ya que
la vida en esos días giraba alrededor de la Iglesia y las procesiones. Todo el pueblo y los
caseríos se volcaban aquí. Aparte de la
celebración religiosa, era una forma social de encontrarse y visitar. Era una
de las ocasiones de “ver y dejarse ver”.
El
Nazareno tenía mucha devoción y el miércoles santo, no faltaban unos cuantos
Nazarenos vestidos con su túnica de liencillo morado, “pagando promesas”. El jueves santo, en las ceremonias de la
mañana, se ponía la llave del “Monumento al Jefe Civil”, raramente a otra
persona. Luego se iban a celebrar a la
casa del homenajeado, por lo general entre “tabaco y ron”…