jueves, 20 de junio de 2013

Historia de Carrizal (III)

CRÓNICAS DE LAS COMUNIDADES
CARRIZAL EN LA HISTORIA (III)


            Un año después en 1778, el Presbítero Fernández Feo en un intento de censo, cuenta  blancos, negros, esclavos y agregados de las distintas casas del pueblo, y registró que en en el sitio llamado el Carrizal, había 109 blancos varones y 95 hembras, no había indios ni negros, existían 6 esclavos varones y 5 hembras más 4 agregados varones y hembras y 3 casas cuyos jefes de familia eran varones y 6 hembras.
              El 14 de enero de 1811, un grupo de personas que habitan en el sitio de Carrizal, entre ellos José Manuel Álvarez, pide para el pueblo,  parroquia eclesiástica, con un cura párroco para su capilla, porque el sacerdote que los atiende viene de Los Teques ciertos días y no se queda en el poblado. Sin embargo, esta petición tiene opositores. Uno de ellos es el cura de Los Teques, el padre Miguel Santana.
            El obispo Narciso Coll y Prat, máxima autoridad eclesiástica nacional, ordena las realizar las diligencias necesarias para saber si en realidad se puede formar la nueva parroquia. Son tiempos de la Guerra de Independencia para liberar al país del yugo de la Corona española. Estos acontecimientos no permiten que se erija la parroquia de Carrizal.
            En 1812 los vecinos de Carrizal construyen una capilla dedicada a la Virgen del Carmen; por tal motivo quieren hacer una fiesta de inauguración e invitan al Padre Santana, cura párroco de Los Teques, por estar bajo su jurisdicción. 
            La invitación fue sólo un acto de forma, porque se designo al reverendo  Francisco del Berrio para que oficiara la misa. El cura Santana montó en cólera y prohibió la mencionada capilla y negó, una vez más, el curato solicitado.
            El 2 de Mayo de 1818 de nuevo, mediante decisión de las autoridades eclesiásticas, se decide en la alta jerarquía que los habitantes de Carrizal no tienen posibilidades económicas para sostener a un cura y a una iglesia parroquial, por ser pobres. Por lo tanto seguirían unidos al curato de Los Teques  En1823 don José Manuel Álvarez adquiere de doña Rosalía Madríz  derechos en las tierras de Carrizal, y al año siguiente la señora Camila Madríz  vende  porciones de terrenos en Carrizal al señor Juan José Rodríguez; comienza a normalizarse la situación del país ya independiente de España.


            Venezuela forma aún parte de la Gran Colombia; renacen los campos y los hombres nuevamente vuelven a su labor de la tierra. Carrizal tiene en este momento una población de 1.545 habitantes, y cuenta con sementeras, sembradíos de frutas, flores y especialmente caña de azúcar y cafetos. La economía agrícola resucita y con ello se renueva la voluntad de los vecinos de Carrizal de tener su parroquia eclesiástica. Se puede observar en el siguiente cuadro de producción de ganado:
    
Vacas
Ovejas
Mulas
Caballos
Burros

100

10

40

18

30

 
            El 25 de Octubre de 1825, Francisco José Álvarez, en representación de los vecinos de Carrizal, solicita ante el gobernador de la Provincia de Caracas le sean reconocidos los documentos de solicitud de parroquia que presentaron en 1811. Los carrizaleños argumentaban para ello la validez de las leyes de la Gran Colombia para la creación de Parroquia eclesiástica y las normas de creación de Curatos o Parroquias Eclesiásticas en los documentos canónicos. Ya en este momento los problemas entre el cura Santana y los carrizaleños habían cesado.





Historia de Carrizal (II)

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      CRÓNICAS DE LAS COMUNIDADES
      CARRIZAL EN LA HISTORIA (II)


En el año de 1560, de acuerdo a las crónicas, el mestizo Francisco Fajardo emprendió su primer intento de conquista de estas tierras, cegados por el mito del dorado, la abundancia de oro inician su incursión y tuvo tal suerte que encontró oro en la región invadida Sin embargo no fue él quien lo explotó, sino el español Pedro de Miranda.

Apenas Guaicaipuro y su pueblo notan la presencia del invasor español se enfrentan a los ambiciosos, sedientos de oro. Desde este momento se inician violentos encuentros entre las etnias de los altos mirandinos y los españoles.
Guaicaipuro enfrenta a Pedro de Miranda en las minas de oro y logra derrotarlo. Sin embargo, los españoles insisten en su conquista y envían a Juan Rodríguez Suárez a explotar las minas. Guaicaipuro les hace frente y los derrota en varias oportunidades. En una de los últimos enfrentamientos Juan Rodríguez Suárez muere combatiendo contra Guaicaipuro, quien se queda con su espada.
La naciones aborígenes se resisten a la invasión española y el gobernador de la provincia de Venezuela, Ponce León, desde Puerto Rico, envía al Capitán Diego de Losada en el año 1566 a pacificar a los rebeldes. Guaicaipuro y Losada tienen el primer combate el 25 de marzo de 1567.
El 3 de abril de ese mismo año, en su viaje al valle de San Francisco Losada deja a Diego de Parada en Macario con 25 hombres. Los indios teque, defendiendo su territorio, se enfrentan a este grupo y muere Parada.
En su despliegue de excelsa estrategia militar, Guaicaipuro  asociado con las etnias tarma, quiriquires, toromaínas, arahuacos, caracas y mariches para defender su territorio de los invasores españoles montan una especie de batalla final y escogen como lugar de unión a Maracapana, actual Caracas.
A este sitio se encaminaron los tarmas y teque cuando se encontraron a un grupo de españoles; se inició una batalla, lo que impidió a Guaicaipuro llegar a tiempo a Macarapana.
Las etnias allí reunidas, inquietas por la tardanza de Guaicaipuro, regresan a sus respectivas tierras sin dar la batalla final.
Losada prepara una emboscada a Guaicaipuro porque reconoce en él al líder de las regiones aborígenes. Y es así como en 1569 se produce el fin del gran Cacique.
 Francisco Infante y  80 hombres bien armados se acercan al poblado de Guaicaipuro, conducidos por un indígena enemigo y baquiano, con Sancho del Villar a la cabeza y rodean la choza del guerrero. Guaicaipuro escucha un gran alboroto, se percata del humo y el fuego; su carácter aguerrido le hace tomar su espada que era de Rodríguez Suárez, y sale a enfrentar a los atacantes. En un momento de la lucha  –dice la leyenda- Guaicaipuro grita en dialecto caribe” ¡Yo soy Guaicaipuro, quién nunca tuvo miedo; aquí me tienen, mátenme, para que con mi muerte se liberen del temor que siempre les he causado!”. Luego de una lucha desigual: armas de fuego contra flechas, lanzas y macanas, muere Guaicaipuro en mano de los españoles.
Después de su muerte, las tierras fueron repartidas en encomiendas. Una encomienda es la repartición de tierras con aborígenes para ser utilizados como esclavos de los españoles, obligados a trabajar para otros las tierras que les habían pertenecido.
La nación teque fue desmantelada entre siete encomenderos: Pedro, Matheos, Marcos Gamez de Cascajales, Agustín de Ascona, Francisco Román, Hernando de la Cerda, Francisco Maldonado y Francisco Maestre.
Para 1686 comienza a formarse un caserío en el área  de Carrizal, por un grupo de españoles de las Islas Canarias, que de Caracas van hacia Los Altos Mirandinos y se reparten entre los pueblos de San Antonio, San Diego y Carrizal. Los indígenas que quedan en esta zona (encomendados) son aprovechados para que el español construya sus casas y trabaje las tierras cedidas por el gobernador de la provincia de Caracas.
 Los fundadores del pueblo se esfuerzan en construir una capilla para adorar a Dios, a la Virgen, a los Santos y adoctrinar allí a los encomendados. El Obispo Mariano Martí en una visita pastoral en año de 1772, la describe como una capilla de altar pequeño con paredes de bahareque y techo de tejas. El obispo atendía esta iglesia y vivía en San Diego, el pueblo más importante de la zona en ese momento.
En el año 1777, el obispo Martí la autoriza a formar parte del nuevo curato de San Felipe Neri de Los Teques a los fieles de Carrizal. En este mismo año el obispo Martí cuenta unas 35 familias que viven alrededor de la capilla y por los campos sembrados otras 70 familias más.

Historia de Carrizal (I)

CRÓNICAS DE LAS COMUNIDADES
CARRIZAL EN LA HISTORIA (I)



En un lugar húmedo de los altos mirandinos el ambiente era fresco, tenía muchos riachuelos y quebradas con abundancia de una gramínea llamada carrizo. En este sitio comenzó a formarse el pueblo de CARRIZAL (que toma su nombre del carrizo).

En estas tierras habitó la nación Teque, perteneciente a la familia Caribe; ellos basaban su subsistencia en la caza, recolección y agricultura. El maíz, la batata, la auyama, los frijoles, las caraotas, el mapuey y el ocumo, fueron los cultivos reconocidos por los cronistas como autóctonos. Entre las técnicas agrícolas aplicadas encontramos zanjas en tierras aplanadas, con el objeto de regar los cultivos con el agua proveniente de las montañas. Cazaban venado, tapa, chigüire y la danta, entre otros animales.

En el momento que contamos esta historia la organización política era sencilla: tenían como jefe a aquel que mostrase voluntad, fuerza moral, experiencia con las costumbres y normas y que además supiese conducir su pueblo en situaciones bélicas. En el proceso de conquista y colonización, quedo plasmada con claridad esta verdad histórica. Las diferentes naciones caribes escogían el líder entre caciques de cada una de ellas, como el principal. En el caso particular de los ocupantes de los altos mirandinos y valles circunvecinos, Guaicaipuro, principal de los teque, organizó batallas y emboscadas con la participación de otras naciones con el objeto de combatir a los conquistadores.

Para la guerra los aborígenes utilizaban flechas y macanas. Las macanas eran armas de madera parecidas a una estaca larga con objetos contundentes en la punta. Cerca de sus chozas, labranzas y veredas, colocaban estacas con puntas envenenadas como medida preventiva de defensa ante el enemigo. La participación de hombres y mujeres en las comunidades indígenas indicaba división de actividades entre ellos; el hombre caza y recolecta alimentos; la mujer cuida de los niños, prepara alimentos, trabaja el barro para realizar vasijas, platos y otros objetos.
La vestimenta de la mujer consistía en un guayuco de tela hecha de algodón tejido que se ataba a la cintura para cubrir sus partes genitales; las pantorrillas eran adornadas con hilos de algodón teñidos, que enrollaban y apretaban a las piernas.
El hombre cubría sus genitales con una tapara seca, atada al cuerpo con un hilo de algodón. Tanto hombres como mujeres pintaban sus cuerpos con tinturas vegetales y minerales; se adornaban para las ceremonias con guirnaldas elaboradas con flores, plumas multicolores y cabezas de animales.
Dentro de sus creencias religiosas los naturales rendían culto a diversos dioses: el sol, la luna, las estrellas, el trueno, el relámpago, el rayo etc. El mediador entre los dioses y los aborígenes era el chaman o piache (curandero, maestro de la tribu). El rito de iniciación al chamanismo era un proceso largo que comenzaba a la edad de los 14 ó 15 años. Tenía que ser un varón; al joven escogido lo resguardaban en su casa dentro de un cuarto hecho especialmente para él.
Allí ayunaba por espacio de 20 ó 30 días, ingería como alimento un carato de maíz, batata o casabe y salía sólo para realizar necesidades y trabajar.
Por las noches el chamán del grupo enseñaba su oficio al iniciado. Concluida la preparación, realizaban una fiesta donde utilizaban la vestimenta propia del momento.