martes, 16 de junio de 2015

Comunidad Barrialito

BREVE RESEÑA HISTÓRICA DE 

BARRIALITO

 


La historia de ésta comunidad data aproximadamente de la última década del siglo XIX, según se desprende de las investigaciones realizadas por Velasco A. MacPherson, y plasmadas en el Diccionario Histórico, Geográfico y Biográfico del Estado Miranda. MacPherson es miembro fundador de la Academia Nacional de la Historia. En el tomo editado en 1891,  al referirse a ésta comunidad expresa: “Barrealito: Sitio del Municipio Carrizal, Distrito Guaicaipuro, Sección Bolívar, con 12 casas y 82 habitantes”.
Aproximadamente para esa fecha, según testimonios recogidos entre los habitantes del sector, arribó la pareja compuesta por Marcelino Alfaro y Rosario Martínez (fallecidos), el primero nativo del Estado Bolívar, llegó a estos predios, huyendo por ser desertor del ejército y la segunda tratando de escapar de la peste bubónica que azotó Paracotos;  de esa unión nacieron 18 hijos.  Marcelino Alfaro, empezó a trabajar en las tierras de Virgilio Biord,  francés, dueño de extensiones de terrenos;  posteriormente, al gustarle tanto las tierras, el Sr. Alfaro compró un lote de éstas propiedades; las mismas comprendían lo que hoy se conoce como Km. 18, Los Budares y parte de Barola.
Vecinos de esas tierras eran, entre otros, Verónica Acosta, Juana Espinosa, Nicolasa Saavedra, Dolores Mujica, Petra Mejías, Silveria Belisario, Gervasio Saavedra, Encarnación Rodríguez, Abdón Carrasquel, Hilario Belisario, Mónica Rodríguez, quienes constituyeron, posiblemente, los primeros habitantes que menciona MacPherson en su libro.
Antonio Martínez y Sofía Rodríguez
Al morir Marcelino Alfaro, su esposa Rosarito, como cariñosamente le llamaban, fue vendiendo parte de esas tierras y entregó en efectivo, la herencia correspondiente a cada uno de sus hijos, y reservó en propiedad la parte de la herencia correspondiente a Antonio Martínez uno de sus hijos, esposo de Sofía Rodríguez, de cuya unión nacieron 16 hijos.
El agua la obtenían de un manantial que había debajo de un Matapalo; la luz la lograban de lámparas de kerosén llamadas “mucuritas” y los más pudientes con lámparas a gasolina, marca “coleman”.
Las familias residentes hacían conucos en los cuales sembraban yuca, ocumo, ñame, auyama, zanahoria, arvejas, quinchonchos, caraotas, además de la cría de gallinas y otras aves de corral para su alimentación.
 Las casas eran de bahareque, dormían en catres y esteras, cocinaban en fogones de leña; asimismo, los numerosos hijos de las familias habitantes, se divertían con los juegos tradicionales, tales como bolas criollas, papagayo, metras, perinolas, gurrufío, pelotas, todo de fabricación casera.
Se podía ver fácilmente la presencia de animales como rabipelados, puerco espines, culebras de todo tipo, búhos, perezas, zorros y hay quienes llegaron a ver leones criollos.
Tales testimonios fueron aportados por Esteban Martínez, casado con la Sra. Paula Raga, de cuya unión, coincidencialmente, nacieron 16 hijos; algunos de ellos nos narraron importantes detalles acerca de la formación de ésta comunidad.
Entre otras cosas nos contaron  anécdotas que nos llamaron la atención: una de ellas, fue lo que le sucedió a la familia de Antonio Martínez y Sofía Rodríguez, a quienes se les quemó totalmente la casa y que, afortunadamente todos salieron ilesos;  construyeron otra casa cerca del terreno donde habían tenido el incidente y ésta casa se hundió en el terreno.
Algunos afirman que los más viejos  contaban que “La Sayona” bajaba de la parte alta gritando y llegaba al “Plan de los Muertos “,  donde actualmente está la sede de la U.E. “Tomás de Jesús Quintero”; narran, además, que “las almas” de los difuntos pasaban nueve días en pena antes de irse definitivamente.
Por otra parte, cuando oían el ulular de la lechuza, todas las mujeres del sector se veían pícaramente porque según decían, que cuando oían ese cantar, era porque había alguna embarazada. Historias de los pueblos; y cuando los niños nacían, las parteras solían enterrar el ombligo en algún lugar aledaño al alumbramiento, para que, si algún día se iban, volvieran al lugar, costumbre que nos recuerda el adagio popular: “…a fulano como que le enterraron el ombligo allá…”
Entre los lugares más populares que recuerdan los residentes actuales, está la mata de mora, el plan de los muertos, el café de los Pérez, la casa vieja, la vega de la vaca, la montaña donde buscaban musgo, y lindando con la Escuela Granja.
Actualmente esta comunidad ha quedado reducida a lo que hoy conocemos como Los Martínez y los Mujica.  Mucho de lo que hoy conocemos como Lomas de Urquía,  fue parte de Barrialito. Por cierto  que no debería decirse URQUIA ya que el nombre de la esposa de Guaicaipuro era UQUIRA, dato corroborado a través de varias fuentes históricas. Limita por el norte con Los Budares, por el sur Barola, Este, La Llanada y por el Oeste Loma Gorda.
Esta Oficina agradece expresamente la contribución del señor José Salas habitante del sector Barrialito, quien con sus diligencias y contactos personales hizo posible armar esta crónica.

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