lunes, 23 de marzo de 2015

Conociendo nuestro Estado


CONOCIENDO NUESTRO ESTADO






Fue en el año 1889 cuando apareció por primera vez  la designación de “Miranda” para este Estado de la República de Venezuela y ello ocurre porque al ser derrocada la autocracia guzmancista, la Legislatura del Estado Guzmán Blanco, que comprendía las secciones de Bolívar, Guzmán Blanco (Aragua), Guárico y Nueva Esparta, acuerda cambiar la denominación de esa entidad regional y sustituirla por el nombre de Gran Estado Miranda, para honrar así la memoria del Precursor de la Independencia. Esto ocurrió por Decreto del 19 de mayo de 1881, cuando el Presidente de la República, general Antonio Guzmán Blanco, organizó los Estados de Venezuela con sus respectivas capitales provisionales y Presidentes (hoy Gobernadores).
En 1891 la Constitución Nacional reconoció ésta decisión  y acordó que “...el Territorio del Estado Miranda comprenderá el de las antiguas provincias de Caracas, Aragua, Guárico y Margarita, y...la ciudad de La Victoria será la Capital del Estado…”; siete años más tarde, en 1898, las secciones de Caracas y Guárico recuperaron sus respectivas autonomías.
En ese momento, el Estado Miranda estaba formado por un extenso territorio de 187.823 Km2 y con una población aproximada de 503.756 habitantes.
El Presidente de la República, el 17 de diciembre del citado año de 1898, nombró Presidente Provisional del Estado Caracas al General Ramón Guerra, Presidente Provisional del Estado Guárico al General Ramón Guerra y Presidente Provisional del Estado Aragua-Margarita al General Antonio Fernández.  Las capitales de los nuevos Estados serían Petare, Calabozo y La Victoria, respectivamente.
Al ser sancionada la nueva Constitución Nacional el 26 de marzo de 1901 muchos de los nuevos Estados cambian de nombre y entre ellos el Estado Caracas, al cual  denominaron Estado Miranda, con su capital Petare.  Tres años después, la Constitución Nacional de 1904, reduce el número el número de Estados a trece.  Allí figura el Estado Miranda, pero con una nueva capital: Ocumare del Tuy, y con la novedad de que dos de sus Departamentos, Guaicaipuro y Sucre, le fueron quitados y anexados al Distrito Federal.
Ya en tiempos del General Juan Vicente Gómez, el 4 de agosto de 1909, se sanciona una nueva Constitución mediante la cual la nación vuelve a dividirse en veinte Estados.
El Estado Miranda quedó estructurado con su territorialidad actual, anexándosele de nuevo los Distritos Guaicaipuro y Sucre.  Años más tardec en 1927, se acuerda trasladar la capital de Ocumare del Tuy a la ciudad de Los Teques.  En un ejemplar del diario caraqueño El Universal, de fecha 15 de enero de 1927, leemos la siguiente noticia:
“En sesión extraordinaria y solemne del Concejo Municipal del Distrito Guaicaipuro, se dio cuenta ésta noche (14/1/1927) de las participaciones que el Presidente de la Asamblea Legislativa y el Secretario General de Gobierno de Miranda hacen a las autoridades civiles y municipales, de que ha sido sancionada la nueva Constitución que fija como Capital del Estado Miranda a la ciudad de Los Teques.
 Grata noticia  recibida con  entusiasmo,  a los acordes de nuestro Himno Regional, en medio de un paseo cívico presidido por las autoridades locales acompañados de una numerosa concurrencia; al sonido y vistosidad de una profusión de fuegos artificiales,  de la Banda Bolívar del Estado, fue difundido el Boletín Oficial que contenía la complaciente información.
El nombre del Benemérito Jefe del País, General Juan Vicente Gómez, a cuya voluntad y administración debe Los Teques su progreso y establecimiento actual,  y el del General José Vicente Gómez, Vicepresidente de la República e Inspector General del Ejército, digno eficaz colaborador del Jefe de Rehabilitación Nacional, son recordados con intensa gratitud en estos momentos de júbilo, así como hay también una referencia especial para el Presidente de este Estado, General José Rafael Luque y hacia nuestra primera autoridad civil General José Tomás Cabrices,  leal servidor de la causa de Diciembre.
Actualmente se celebra en nuestra Plaza Bolívar una retreta extraordinaria, donde se ha dado cita lo más excelso de nuestra sociedad, que junto con la ciudadanía y los poderes municipales, celebran el feliz suceso del pase de la capital del Estado Miranda, a ésta ciudad.


Bibliografía:
Velasco A. MacPherson
Diccionario del Estado Miranda

jueves, 12 de marzo de 2015

Carrizal visto por Rómulo Gallegos


CARRIZAL VISTO POR RÓMULO GALLEGOS


“...Entre lomas herbosas y  laderas pobladas de cafetales, en torno a una iglesia pequeñita levantada sobre un altozano, de humildes muros de bahareque enlucido, espadaña a un costado y atrio de ladrillos musgosos, está acurrucado el pueblecito: unos cuantos ranchos, unas tantas casas, una sola calle que pronto vuelve a convertirse en camino y se va serpenteando por lomas y laderas, entre setos y pomarrosos.
            Por detrás de la iglesia y a lo largo del pueblo, la alta y sombría cortina de guamos y bucares cobijan los cafetales; frente a ella la cuesta suave y tapizada de grama del altozano, asendereada por el paso de las recuas que por allí bajan de las haciendas y de los montes vecinos, las negras techumbres de paja de los ranchos y los tejados patinosos de las casas; y a un costado de la dilatada perspectiva de un hoyo de montaña  viene bordeando el camino que conduce al pueblo de verdes lomas, laderas tendidas y hondonadas silenciosas, lomas azules y serranías lejanas.
            Aledaña al templo, la casa parroquial y más allá la Jefatura Civil...”
           Ésta hermosa descripción del pueblo de Carrizal, está inserta en el primer capítulo de la obra “La Trepadora”, 1ª y 2ª estrofa de “Hombre de Presa”.
            Igualmente en carta fechada en diciembre de 1925, dirigida al poeta y amigo Fernando Paz Castillo, Don Rómulo Gallegos escribió: “...Aquí tienes “La Trepadora”.  Nació en mí el deseo de escribirla cuando te oí esbozar la idea central, brote feliz de tu armonioso talento poético, que en esta novela he desarrollado.  Recuerdo que fue una mañana, sentados ambos al borde del camino de Carrizal, contemplando el panorama del “hoyo del infierno”.  Por allí había cafetales.  Con éste paisaje he compuesto los de “Cantarrana”; con el asunto de tu “Trepadora”, las líneas generales de la mía…”


Versión: José G. Salas



Caciques de Venezuela VIII

 CACIQUES DE VENEZUELA VIII

TIUNA


El mayor logro de Guaicaipuro en su lucha contra los españoles, fue el de unir a los caciques más importantes en torno a una alianza estratégica que contemplaba la expulsión del valle de Caracas, de todos los extranjeros. Tiuna fue uno de los caciques que respaldó el proyecto con mayor entusiasmo y durante los  años que duró la alianza, enfrentó al invasor en diferentes oportunidades, con resultados variados.
 Tiuna creció bajo la tutela del cacique Catia, quien le enseñó los secretos de la guerra y del gobierno.   Nació en la tribu de los Caraca y su carácter era amable , su madre decidió llamarlo Tiuna, que significa “Luz del amanecer y del agua cristalina”.  Ambas ideas transmitían un significado de luz, de transparencia, de guía de pueblos, características todas estas que por azares  del destino, fueron parte de la personalidad de este gran guerrero caribe.
Su poder lo ejercía en el valle de Los Guayabos, territorio que hoy día es conocido con el nombre de Catia La Mar.  Su dominio se extendió hasta las Filas de Mariches y los Valles del Tuy, incluyendo parte del Valle de Caracas.  Su preparación, al igual que la de Yoraco, incluyó las artes que le daban el conocimiento  que tenían los Piaches.  Como Chacao, era  hombre de inmenso tamaño y gran fuerza física.   Tamanaco, fue  gran estratega y organizador.  Como administrador fue  tan bueno como Caurimare.  Su fama fue tal que llegó a decirse que era más valiente que Yoraco. En fin, era uno de los líderes más completos con que contaban los aborígenes.
Sin embargo, los abusos de los hombres de Fajardo minaron la paciencia del cacique quien, en unión con Paisana, dirigió una rebelión de 1558 contra los españoles. 
En varias oportunidades se unió con otros jefes para defenderse de la invasión hispánica.  Promovió la “Alianza de Uvero” con Terepaima, Catia y Paramacay.  Atacó a Rodríguez Suárez en el sitio de Las Lagunetas.y lo vencieron aunque  momentáneamente.

Viendo la inutilidad de sus esfuerzos, decidió pactar con Losada una paz negociada.  Vivió muchos años y se le permitió dirigir a su pueblo.

miércoles, 11 de marzo de 2015

Caciques de Venezuela VII

CACIQUES DE VENEZUELA
VII


Nuestros aborígenes (V) - Caciques Legendarios


El cacique  Epoima, anhelaba vengar la muerte de Sorocaima, pero el gran amor que sentía por su mujer y sus hijas, además de contar con pocos guerreros, lo obligó a razonar y llegar a la conclusión de que no había posibilidades de vencer y de seguir en la guerra.  Por tal motivo, a pesar de su arrojo y valentía, decidió consultar al cacique Baruta, para intentar  conversaciones con los invasores.
A la muerte de Guaicaipuro,  Uquira al lado de Baruta, colocaron los restos del cacique en una vasija mortuoria y durante ocho días, de acuerdo con la tradición caribe, le cantaron sus proezas en los rituales que dirigía el Piache de la tribu Teque.  Con instrumentos  musicales  tocaban música fúnebre.  La vasija con los restos del cacique estaba adornada con  cañas  labradas; el sepulcro i había sido acondicionado para el l viaje del guerrero, con sus armas, provisión de bebidas y comidas para que le alcanzaran a llegar al paraje donde lo esperaban sus padres, parientes y amigos cercanos.
Urquía recibió de manos del Piache el penacho del inmortal guerrero, para colocarla sobre la cabeza de Baruta, quien con humildad recibió el signo de las cuatro plumas rojas, que había cubierto la orgullosa frente del jefe Teque y  Caraca.  Cuando el penacho fue colocado en  la frente de Baruta, Urquía le dijo en alta voz: “...Sean éstas plumas rojas el símbolo de la sangre de tu padre y de tu pueblo derramadas por el invasor que viene a arrebatarnos nuestra tierra.  Defiéndelas con honor…”.
Así lo hizo Baruta.  Tomo parte en casi todos los encuentros que se efectuaron entonces.  En veces luchó en alianza con Tamanaco y Terepaima. No obstante, en un enfrentamiento , fue hecho prisionero y conducido ante Garcí González de Silva, quien  para ese momento era el Regidor del Cabildo; lo llena de toda clase d atenciones y le explica el plan que tiene España para desarrollar la zona y darle  bienestar a sus pobladores.  Asimismo, le ofreció la libertad a cambio de que conversara con su gente y firmara un tratado de paz.
Baruta, para obtener su libertad y seguir la lucha en contra de los invasores  acepto;  al narrarles la proposición  a sus hombres de confianza, éstos  opinaron que el ofrecimiento era honorable y razonable.
Le manifestaron que era hora de recobrar  fuerzas y que  la mayor parte de los jefes habían convenido en firmar la paz.
Garcí González, cumplió lo prometido.  La capitulación de Baruta fue honrosa, pero ya no quiso usar más el penacho que la princesa Uquira había colocado sobre su cabeza.
Baruta fue un gran jefe en la paz y sus hombres utilizaron ahora sus energías para reconstruir caneyes y atender a sus familias.  Los españoles respetaron su autoridad y sus costumbres, aunque  fueron progresivamente incorporándose a la cultura ibérica.  Al morir, Baruta fue honrado con el mismo rito con el cual fue enterrado su padre el gran Guaicaipuro.
Más tarde el Gobernador Francisco de La Hoz Berríos, construyó en su honor, en el sitio donde vivió el cacique, una Parroquia con el nombre de San Francisco de Paula de Baruta.  El acta lleva fecha 19 de agosto de 1620.  (Alonso Andrea de Ledesma escribió en 1594): incluso, un poco antes, en Acta del Cabildo de Caracas de 1591, se menciona a Baruta….”
Finalmente, en el libro más antiguo de la parroquia Baruta, que data de 1655, se designa a ésta parroquia con el nombre de Nuestra Señora del Rosario de Baruta, que aún tiene. 

Fue el reconocimiento de un conquistador a uno de los más valientes y cultos caciques con el que tuvieron el honor de luchar.

Caciques de Venezuela VI

CACIQUES DE VENEZUELA
PARTE VI

 Guaicaipuro, mortalmente herido, seguía luchando sin dar cuartel .  Entro  con su hija al caney,  para tomar aliento, pero los españoles prendieron fuego a la morada ;después de ver morir a su hija Tibisay, el guerrero salió a dar su última batalla, la cual, durante muchos años recordaron los aguerridos teque,  a sus sucesores que antes de morir, el indómito cacique gritó a sus enemigos: “...Vengan extranjeros, a ver morir al último hombre libre de estas tierras…”, para finalmente caer abatido bajo arcabuces, sables y lanzas de los invasores, no sin antes dar muerte a varios de ellos.
No hay precisión del lugar exacto en el cual cayó el jefe indígena, pero se sabe que ocurrió en las inmediaciones del actual San José de los Altos, en la zona denominada Suruapo ó Suruapay donde tenía su asentamiento.
Corría el año 1568 y el plan de conquista avanzaba vorazmente, aunque los aborígenes no se rendían.
Deseoso de vengar las muertes de su guerrero alumno Tiuna y del ejemplar  Guaicaipuro, muere peleando contra las tropas de Diego de Losada, el cacique Catia, en una llanada que hoy llamamos Los Teques.
En 1569, ya existían evidencias de que muchos jefes aborígenes estaban agotados por la lucha armada , desolación y muertes. Sin embargo, los españoles en vez de pactar acuerdos, decidieron atemorizarlos al máximo.  Para ello crearon tribunales que actuaban en forma sumaria,  23 caciques fueran encontrados culpables de conspiración y condenados a muerte.
sorocaimaLos pseudos-jueces no contentos con esto, encomendaron la ejecución de los indígenas esclavizados. Sorocaima, Llegó a convertirse en hombre de confianza y uno de los lugartenientes de Guaicaipuro y a la muerte de éste, quedó como jefe guerrero bajo el mando de Epoima o Conopoima.  Sorocaima actuaba con mucha independencia de criterio, liderizando grupos de indígenas  con carácter de jefe.  Era el encargado de cortarles el paso a los españoles a las montañas de Los Teques, en donde causó muchos estragos a las tropas españolas, pues utilizó como punto estratégico, la conocida Cueva del Indio (Vuelta Larga - Los Teques).
En 1570 participó en los ataques contra la recién fundada Santiago de León de Caracas,.  Por este hecho, Diego de Losada lo persiguió a muerte y Sorocaima tuvo que refugiare en sus tierras desde donde atacaba constantemente a los españoles.
Deseosos de eliminar el problema, los españoles lo emboscaron en el sitio de Los Carrizales, el cual según crónicas,era su escondite.En plena batalla Garci González de Silva dio con un pozo donde habían mujeres indígenas tomando un baño, diversión favorita de los Caribe, a las cuales capturaron y obligaron a revelar el lugar donde se encontraba Sorocaima, quien fue sorprendido y apresado, en tanto que el Cacique Conopoima y sus valientes guerreros, seguían resistiendo en encarnizados combates.
Ante este hecho y ávidos de terminar el combate rápidamente, González decide utilizar a Sorocaima quien fue apresado y utilizado como carnada ;los españoles  en alta voz, para que lo escucharan todos los guerreros, dijo que el jefe indígena perdería su mano derecha a menos que se rindieran.  En cuyo caso, se les perdonaría la vida a todos.  Es allí cuando el jefe Sorocaima, hablando en su propia lengua grito  a sus guerreros: “...ATAQUEN CON FUERZA, MIS VALIENTES, QUE LOS ESPAÑOLES NO TIENEN MUCHA GENTE...”.
 Sin vacilar, estiró el brazo para que la amputaran la mano derecha, acción que fue llevada a cabo por oficiales al mando de Garci González.  Los escritores Baralt y Oviedo y Baños explican que los soldados españoles se comportaron como vulgares torturadores sanguinarios, ya que no sólo le amputaron la mano derecha, sino que le buscaron la coyuntura de la muñeca, le levantaron la piel y luego le cercenaron la mano.  Sorocaima, como todo un guerrero Caribe, resistió el inmenso dolor que  le produjo la herida y no expresó ningún quejido; ninguno de sus músculos faciales se movió para revelar padecimiento alguno.
Completada la cobarde faena, Sorocaima pidió que le entregaran su mano, la tomó y la izó como si fuera un trofeo, en un gesto que reflejaba por igual el valor y la grandeza de su raza.
Impresionado Garcí González, ordenó su libertad; sin embargo, uno de los soldados le disparó  por la espalda, cuando avanzaba hacia sus hombres...