CACIQUES DE VENEZUELA
PARTE VI
Guaicaipuro, mortalmente herido, seguía luchando sin dar cuartel
. Entro
con su hija al caney, para tomar
aliento, pero los españoles prendieron fuego a la morada ;después de ver morir
a su hija Tibisay, el guerrero salió a dar su última batalla, la cual, durante
muchos años recordaron los aguerridos teque, a sus sucesores que antes de morir, el
indómito cacique gritó a sus enemigos: “...Vengan extranjeros, a ver morir al
último hombre libre de estas tierras…”, para finalmente caer abatido bajo
arcabuces, sables y lanzas de los invasores, no sin antes dar muerte a varios
de ellos.
No hay precisión del lugar exacto en el cual cayó el jefe indígena, pero
se sabe que ocurrió en las inmediaciones del actual San José de los Altos, en
la zona denominada Suruapo ó Suruapay donde tenía su asentamiento.
Corría el año 1568 y el plan de conquista avanzaba vorazmente, aunque
los aborígenes no se rendían.
Deseoso de vengar las muertes de su guerrero alumno Tiuna y del
ejemplar Guaicaipuro, muere peleando
contra las tropas de Diego de Losada, el cacique Catia, en una llanada que hoy
llamamos Los Teques.
En 1569, ya existían evidencias de que muchos jefes aborígenes estaban
agotados por la lucha armada , desolación y muertes. Sin embargo, los españoles
en vez de pactar acuerdos, decidieron atemorizarlos al máximo. Para ello crearon tribunales que actuaban en
forma sumaria, 23 caciques fueran
encontrados culpables de conspiración y condenados a muerte.
Los pseudos-jueces no contentos con esto, encomendaron la ejecución de los
indígenas esclavizados. Sorocaima, Llegó a convertirse en hombre de confianza y uno de los lugartenientes
de Guaicaipuro y a la muerte de éste, quedó como jefe guerrero bajo el mando de
Epoima o Conopoima. Sorocaima actuaba
con mucha independencia de criterio, liderizando grupos de indígenas con carácter de jefe. Era el encargado de cortarles el paso a los
españoles a las montañas de Los Teques, en donde causó muchos estragos a las
tropas españolas, pues utilizó como punto estratégico, la conocida Cueva del
Indio (Vuelta Larga - Los Teques).
En 1570 participó en los ataques contra la recién fundada Santiago de
León de Caracas,. Por este hecho, Diego
de Losada lo persiguió a muerte y Sorocaima tuvo que refugiare en sus tierras
desde donde atacaba constantemente a los españoles.
Deseosos de eliminar el problema, los españoles lo emboscaron en el
sitio de Los Carrizales, el cual según crónicas,era su escondite.En plena
batalla Garci González de Silva dio con un pozo donde habían mujeres indígenas
tomando un baño, diversión favorita de los Caribe, a las cuales capturaron y
obligaron a revelar el lugar donde se encontraba Sorocaima, quien fue
sorprendido y apresado, en tanto que el Cacique Conopoima y sus valientes
guerreros, seguían resistiendo en encarnizados combates.
Ante
este hecho y ávidos de terminar el combate rápidamente, González decide
utilizar a Sorocaima quien fue apresado y utilizado como carnada ;los españoles
en alta voz, para que lo escucharan
todos los guerreros, dijo que el jefe indígena perdería su mano derecha a menos
que se rindieran. En cuyo caso, se les
perdonaría la vida a todos. Es allí
cuando el jefe Sorocaima, hablando en su propia lengua grito a sus guerreros: “...ATAQUEN CON FUERZA,
MIS VALIENTES, QUE LOS ESPAÑOLES NO TIENEN MUCHA GENTE...”.
Sin vacilar, estiró el brazo para
que la amputaran la mano derecha, acción que fue llevada a cabo por oficiales
al mando de Garci González. Los
escritores Baralt y Oviedo y Baños explican que los soldados españoles se
comportaron como vulgares torturadores sanguinarios, ya que no sólo le
amputaron la mano derecha, sino que le buscaron la coyuntura de la muñeca, le
levantaron la piel y luego le cercenaron la mano. Sorocaima, como todo un guerrero Caribe, resistió
el inmenso dolor que le produjo la
herida y no expresó ningún quejido; ninguno de sus músculos faciales se movió
para revelar padecimiento alguno.
Completada la cobarde faena, Sorocaima pidió que le entregaran su mano,
la tomó y la izó como si fuera un trofeo, en un gesto que reflejaba por igual
el valor y la grandeza de su raza.
Impresionado Garcí González, ordenó su libertad; sin embargo, uno de los
soldados le disparó por la espalda,
cuando avanzaba hacia sus hombres...
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