EL ÁNIMA QUE SE FUE SIN VENGARSE
Armado de su
fragmento, despacito, sin hacer ruido y tratando de agacharse lo máximo posible
entre el alto y silbante “Carrizo” abundante para esa época del año, fue a
pasar valientemente por enfrente de los monumentos y escuchó que los dos entes
estaban conversando, pero lo único que se les escuchaba era un ronroneo
extraño, un murmullo apenas perceptible.
Después de
haber pasado sin novedad y ya volteando hacia la derecha, para tomar la senda
que conducía a su casa, cuenta “el viejo” que se animó a tirarles la
piedra. Efectivamente, escupió sobre
ésta y apuntando bien a la cabeza de una de las dos almas, lo arrojó con tanta
fuerza, que la camisa que llevaba puesta se rompió justo debajo del brazo
derecho. La roca pasó silbando sobre la
cabeza de uno de ellos y fue a dar contra la cruz de uno de los monumentos,
dejando una profunda marca en la madera.
En cuanto
lanzó la pedrada, escapó a todo correr, sin mirar atrás. Corría con tanta energía, que fue poco a poco
perdiendo el aliento, y sudaba tan copiosamente, que parecía que un aguacero
había caído solamente en su cuerpo. Cuando ya estaba cerca de su casa, ojeó
tras sí y vio que el ser venía detrás de él “como por el aire”, y apretó el
paso para llegar a su casa, pero apenas estaba entrando, le atacaron unos
vómitos terribles, la cabeza le iba a estallar, la vista la tenía tan nublada
que apenas podía ver, y arrastrándose llegó al corredor. En casa estaba durmiendo su mujer María del
Carmen con su hijo pequeño “Miguel” no más.
Al entrar, sin juicio alguno, perturbado, jadeando del cansancio y
extremadamente asustado por el conflicto en el que se había envuelto, atropelló
la cama de “María del Carmen” y “Miguel” su hijo empezó a llorar, por el
escándalo con que entró su padre.
Entonces el “bicho”, que ya estaba por alcanzarlo, al oír el llanto del
niño, se detuvo junto al “parador” de la puerta y viendo que no podía hacer
nada se limitaba a decir: ...”Agradess...Agradess...Agradess...”; posiblemente queriendo decir: “...Agradece,
agradece...”, refiriéndose al oportuno llanto del niño, que salvaba “al viejo”
del merecido castigo que le iba a caer.
Dicen pues, por ahí, que es malo ofender a las ánimas. Si esta vez no hubiera llorado “Miguel” no más, a tiempo, “la fuerza extraña”, seguramente habría ajustado cuentas con “el viejo” y le hubiera dado muerte.
En la entrada de Potrerito I, en donde está también la entrada de la
hacienda “El Topo”, en la curva cerca de la reencauchadora, hubo por mucho, mucho tiempo, tres cruces.........luego, existió solamente
existe una...!
Hoy.........existe el Hospital Materno Infantil de Carrizal en el sitio al que se hace referencia.
Hoy.........existe el Hospital Materno Infantil de Carrizal en el sitio al que se hace referencia.
Cuento popular
Versión Omar Aponte
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