FINCAS
INMEDIATAS A CARRIZAL
Desde sus primeros pasos, los
pioneros o familiares fundadores de Carrizal tuvieron como norte el
trabajo AGROPECUARIO, destacando la faena ruda del sembradío o del
arado. Aunque pobres, la mayoría
contable con vaca de leche y algunos con uno o dos bueyes. Eran los
tiempo del añil, el trigo, los granos de habas, hortalizas, aves de coral y en
las cuesta el maíz; en los terrenos suaves la papa y otros rizomas y tubérculos. Finalizando el siglo XVIII,
por los años 1795 bajos, lomas, declives
y cumbres montañeras quedaron cubiertas de un nuevo grano que dominaría en los
dos climas (templado y cálido) de la
región, llamado CAFÉ. Poco quedaron exentos de la tentación, y los fértiles territorios
de abundantes aguas AL TUY (vertientes en los cuatros) derramaron sus
cornicopias de DINERO BIEN GANADO A PLENO SOL, y en las cosechas al leve soplo del céfiro cargado de niebla
gélida. Los días eran santificados, y los cantos de cosechas fonéticas
religiosas: “Oh virgencita querida / ayudame a ganá el pan/ aligera mi partida/
que mis hermanos se van”, otra
semejante: “Santa Virgen milagrosa/
cuídame de cangilones / de la araña ponzoñosa /
de tropiezos y resbalones “.
Pocos eran los hombres dedicados
a la recolección de café y muchas las
mujeres y muchachos canasta al cinto apuñando el rojo producto bajo sombra de
guamas, jabillos y bucares, expuestos a
las mordeduras de culebras, picadura de arácnidos y minúsculos insectos perniciosos, sin embargo, obtenían
suficiente para la compra de la comida y la ropa, incluyendo las alpargatas y
la “fumada o el trago”, y luego “CACHIMBO Y TROJA” en las noches de luna o de “oscurana”
(oscuridad).
Al ritmo de la siembra y la cosecha el
pequeño vecindario, sujeto a todas las virtudes, el amparo de los padres y al
resguardo de los hermanos mayores, CARRIZAL vive en paz y favorecido por el
bien y el progreso. Unos alcanzaron riquezas con los cultivos de anchos y
extensos cafetales; otros dedicados al comercio del grano, y pocos entregados al vicio, ocio, los timos y
la zanganería. La solvencia en los tratos la registraban con pocas palabras: Lo que digo lo cumplo con
o sin testigos o “mi palabra es un documento”. Cuando doña Melchor Ana de Tovar
y Bañez compró, el campo estaba casi virgen, con pequeñas huertas y conucos.
Igual sucedía con San Antonio, Los Teques y San Pedro. Pero ya existían los
sitios mencionados y San Diego, Paracoto, Tácata, Charallave, Sabana de Ocumare
y Macarao.
Entre las firmas o haciendas que
rodeaban a Carrizal bien entrado el primer cuarto del presente SIGLO XX los
dueños de los cafetales, eran entre otros los que indico de seguida: LANDA,
parte de Alberto Machado, Eduardo Pérez Benitez y otra de Manuel Bravo, incluyendo a Corralito
(Corralito, Montaña Alta, Colinas de Carrizal
y Altos de Corralito); El Potrerito, de los Álvarez, hasta los años
setenta por don Vicente Campagna; La Yerbabuena
y sus amagamientos y anexos fluviales, de los Biord (don Raúl e hijos), Manuel
Canino, Marcelino Alfaro, Manuel Mujica
y Encarnación Rodríguez; La
Guadalupe , de Gregorio Cordovez, la mayor parte; la Oficina , de Ángel Maria
Marrero; los Mangos, de Pantaleón Carrasquel: San Pablo, de Santos Ochoa; Bajo
de la Llanada ,
de Francisco Hernández y Pedro Pérez; la Aguadita , de Lino Cartaza,
y otros que figuran en mi trabajo HISTORIA DE CARRIZAL.
Los nombres de las personas mencionadas los he obtenido en conversación y entrevistas
con lugares mayores de setenta años. Pero la lista todavía está incompleta, y
vendrán a enriquecer el mosaico de
propietarios de sembradíos, otros personajes
DE:
ANIBAL LAYDERA VILLALOBOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario