NATALICIO
DE JOSÉ ANTONIO PÁEZ
13 DE
JUNIO
En el año 1790, nació en Curpa, Estado Portuguesa un hombre que en aquel
tiempo y en las circunstancias que le tocó vivir, comprendió que lo
extraordinario era sobrevivir, porque morir era lo ordinario. Antes de cumplir con su cometido con aquella
gran gama de patriotas que ofrendaron su vida en pro de la libertad de
Venezuela, entendió que hasta el morir o el sobrevivir en el lomo de un caballo
semidomado, era necesario así tuviese que recorrer ásperos y tortuosos
senderos. Páez, de niño, tuvo que
asistir a la escuelita de doña Gregoria Díaz, quien le enseñaría a medio
escribir y a leer muy mal, aún dándole “palos” tanto en la pizarra como en la
espalda, para que memorizara la doctrina cristiana, o el método de escribir
“Palomares”. Luego su cuñado Bernardo
Fernández lo sacó de la escuela, aunque no había otra a muchas leguas a la
redonda, para llevárselo a su pulpería donde aprendió el arte de detallar
víveres.
Años
más tarde, para llegar hasta el hato “La Calzada” de don Manuel Pulido, el catire
Páez, había recorrido ya un largo camino; por lo que de “pulpero” descendería a
“peón de hato”, bajo las órdenes de un capataz llamado Manuelote: “…un negro
alto, taciturno y de severo aspecto…” como él mismo lo describiría muchos años
más tarde en su autobiografía.
Su
condición de simple peón mejoró según él, entre 1809 y 1810 cuando se
encargaría de vender el ganado de don Manuel Pulido y con la suma de sus
actividades, adquirió algunos bienes de fortuna. Luego se alistó en el ejército patriota y fue
llamado al escuadrón de Caballería de Barinas.
Incidentalmente,
guerreó bajo la bandera del Rey de España como la mayoría de los llaneros
venezolanos, quienes en las primeras guerras de independencia estaban
incorporados a las huestes de Boves.
Después
de guerras, vueltas y revueltas, Páez ya era comandante en los ejércitos
patriotas y no pasó mucho tiempo sin que se destacara por su valor personal y
pericia militar. Fueron tiempos cuando se dieron muchas batallas, entre ellas
la Batalla de Carabobo en 1821, en la cual por su acción cumbre, se ganó el
título de General en Jefe conferido por el Libertador en el mismo campo de
batalla. Su vida fue un rosario de
acontecimientos. De pulpero, pasó a ser
peón de hacienda, luego militar hasta llegar al grado de General; recibió
clases de teatro, partituras musicales, artes plásticas, bailes y lecturas. Fue
escritor y entre una de sus composiciones, está “La Flor del Retiro”, un canto
lleno de melancolía que comienza así:
¡Qué triste es la vida de luto cubierta,
llevando en el pecho oculto un dolor!
¡Qué triste es el alma que se halla desierta,
sin fe ni esperanza, sin dicha ni amor!
Llegó
el año 1830, cargado de eventos y de vivencias perdurables. Murió el Libertador y se desintegró la Gran
Colombia, proceso en el cual Páez tuvo una actuación importante. Luego fue
nombrado Presidente Constitucional para el período 1831 – 1835; de nuevo en el
período 1839 – 1843 y muchos años después en 1861.
Comenzaría
poco después su exilio, privado de sus bienes y vilipendiado. Más que la pobreza a que fue condenado le
dolieron las infamias. Su destierro
sería hasta la muerte. Pobre y exiliado hallaron
los años de la vejez a Páez, quien murió en Nueva York el día 6 de mayo de 1873
a las ocho de la mañana; tenía 83 años de edad.
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