jueves, 20 de junio de 2013

Historia de Carrizal (II)

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      CRÓNICAS DE LAS COMUNIDADES
      CARRIZAL EN LA HISTORIA (II)


En el año de 1560, de acuerdo a las crónicas, el mestizo Francisco Fajardo emprendió su primer intento de conquista de estas tierras, cegados por el mito del dorado, la abundancia de oro inician su incursión y tuvo tal suerte que encontró oro en la región invadida Sin embargo no fue él quien lo explotó, sino el español Pedro de Miranda.

Apenas Guaicaipuro y su pueblo notan la presencia del invasor español se enfrentan a los ambiciosos, sedientos de oro. Desde este momento se inician violentos encuentros entre las etnias de los altos mirandinos y los españoles.
Guaicaipuro enfrenta a Pedro de Miranda en las minas de oro y logra derrotarlo. Sin embargo, los españoles insisten en su conquista y envían a Juan Rodríguez Suárez a explotar las minas. Guaicaipuro les hace frente y los derrota en varias oportunidades. En una de los últimos enfrentamientos Juan Rodríguez Suárez muere combatiendo contra Guaicaipuro, quien se queda con su espada.
La naciones aborígenes se resisten a la invasión española y el gobernador de la provincia de Venezuela, Ponce León, desde Puerto Rico, envía al Capitán Diego de Losada en el año 1566 a pacificar a los rebeldes. Guaicaipuro y Losada tienen el primer combate el 25 de marzo de 1567.
El 3 de abril de ese mismo año, en su viaje al valle de San Francisco Losada deja a Diego de Parada en Macario con 25 hombres. Los indios teque, defendiendo su territorio, se enfrentan a este grupo y muere Parada.
En su despliegue de excelsa estrategia militar, Guaicaipuro  asociado con las etnias tarma, quiriquires, toromaínas, arahuacos, caracas y mariches para defender su territorio de los invasores españoles montan una especie de batalla final y escogen como lugar de unión a Maracapana, actual Caracas.
A este sitio se encaminaron los tarmas y teque cuando se encontraron a un grupo de españoles; se inició una batalla, lo que impidió a Guaicaipuro llegar a tiempo a Macarapana.
Las etnias allí reunidas, inquietas por la tardanza de Guaicaipuro, regresan a sus respectivas tierras sin dar la batalla final.
Losada prepara una emboscada a Guaicaipuro porque reconoce en él al líder de las regiones aborígenes. Y es así como en 1569 se produce el fin del gran Cacique.
 Francisco Infante y  80 hombres bien armados se acercan al poblado de Guaicaipuro, conducidos por un indígena enemigo y baquiano, con Sancho del Villar a la cabeza y rodean la choza del guerrero. Guaicaipuro escucha un gran alboroto, se percata del humo y el fuego; su carácter aguerrido le hace tomar su espada que era de Rodríguez Suárez, y sale a enfrentar a los atacantes. En un momento de la lucha  –dice la leyenda- Guaicaipuro grita en dialecto caribe” ¡Yo soy Guaicaipuro, quién nunca tuvo miedo; aquí me tienen, mátenme, para que con mi muerte se liberen del temor que siempre les he causado!”. Luego de una lucha desigual: armas de fuego contra flechas, lanzas y macanas, muere Guaicaipuro en mano de los españoles.
Después de su muerte, las tierras fueron repartidas en encomiendas. Una encomienda es la repartición de tierras con aborígenes para ser utilizados como esclavos de los españoles, obligados a trabajar para otros las tierras que les habían pertenecido.
La nación teque fue desmantelada entre siete encomenderos: Pedro, Matheos, Marcos Gamez de Cascajales, Agustín de Ascona, Francisco Román, Hernando de la Cerda, Francisco Maldonado y Francisco Maestre.
Para 1686 comienza a formarse un caserío en el área  de Carrizal, por un grupo de españoles de las Islas Canarias, que de Caracas van hacia Los Altos Mirandinos y se reparten entre los pueblos de San Antonio, San Diego y Carrizal. Los indígenas que quedan en esta zona (encomendados) son aprovechados para que el español construya sus casas y trabaje las tierras cedidas por el gobernador de la provincia de Caracas.
 Los fundadores del pueblo se esfuerzan en construir una capilla para adorar a Dios, a la Virgen, a los Santos y adoctrinar allí a los encomendados. El Obispo Mariano Martí en una visita pastoral en año de 1772, la describe como una capilla de altar pequeño con paredes de bahareque y techo de tejas. El obispo atendía esta iglesia y vivía en San Diego, el pueblo más importante de la zona en ese momento.
En el año 1777, el obispo Martí la autoriza a formar parte del nuevo curato de San Felipe Neri de Los Teques a los fieles de Carrizal. En este mismo año el obispo Martí cuenta unas 35 familias que viven alrededor de la capilla y por los campos sembrados otras 70 familias más.

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