CARRIZAL EN LA HISTORIA (XVIII)
En ese mismo orden de ideas recordando
las fiestas emblemáticas nos encontramos con las correspondientes a la Virgen del Carmen que se
celebran el 16 de julio.
A
manera de historia, podemos recordarles que, desde los antiguos ermitaños que
se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas (devotos de la virgen) han
sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen.
Ya en el siglo XIII, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.
Los
Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen
del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de
dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y
experimentó con Jesús, Verbo encarnado, la cumbre del encuentro del hombre con
Dios.
Los
marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para
marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien
como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el
puerto seguro que es Cristo.
Por
la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar
el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les
apareció la Virgen
mientras cantaban el Salve Reina y ella prometió ser para ellos su Estrella del
Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte
Carmelo se alza como una estrella junto al mar.
En
nuestro municipio tiene su tradición desde que Ignacio Álvarez, padre de don
José Manuel Álvarez, construyó una
capilla en honor de la Virgen
en el pueblo, la cual llamaron La
Ermita (vía Agua Mineral “La Roca ”), la cual según las costumbres de entonces
la sitúan al lado del cementerio que quedaba en El Topo (Entrada de Potrerito
I).
Todo el pueblo acudía a las fiestas
religiosas, sobre todo el día de San Juan.
Desde todos los campos y caseríos vecinos, venía la gente a participar
en las ceremonias y a acompañar las procesiones. En el altozano de la Iglesia y frente a la
plaza, se colocaban las vendedoras de dulces, caratos y frituras, alumbradas
con sus lámparas de carburo.
Por las frías calles de tierra del
pueblo que se convertían en fangales con las frecuentes lluvias, los habitantes
del pueblo, salían desde una casa grande de bahareque con un espacioso patio
central de tierra y cuartos pequeños en tres de sus lados, propiedad del señor
Álvarez, en un devoto recorrido con la Virgen a cuestas, alumbrada a la luz de velas de
esperma, rogándole que curara a los enfermos de pandemia (gripe española) que
en aquellos tiempos causó tantas víctimas e hizo alejar a los visitantes de las
parroquias foráneas a la procesión, que entre las siembras de caña de azúcar,
naranjos, bambúes y cafetos, emprendían los fieles cada 16 de julio el
recorrido. Las procesiones tenían un hondo fervor cristiano.
Las demás fiestas religiosas del
pueblo son las que celebra normalmente el catolicismo hispánico, a saber: Noche
Buena, los Reyes Magos, la Inmaculada Concepción , San José, San Pedro y San
Pablo, la de Todos los Santos y la de Los Difuntos, circunscritas al ámbito exclusivo
de la iglesia.
En el mes de mayo se celebran los
Velorios de Cruz. Para ésta actividad
son invitados al pueblo músicos, cantadores y decimistas de las poblaciones
vecinas, para que expresen su arte durante la noche del velorio. En la Navidad , la mejor
celebración son las “Misas de Aguinaldo”.
Éstas se hacían en la madrugada y los muchachos salían a patinar. En un tiempo estas patinatas se hicieron en la Urbanización Colinas
de Carrizal, alrededor de las lagunas artificiales.
Tiempo después las emocionantes
carreras en patines fueron reemplazadas por los “piques” de carros, actividad
cuyo itinerario recorría la Urbanización Colinas de Carrizal, San Antonio de
los Altos, Los Castores y retornaba al punto de partida. Con el paso de los años todos estos
entretenimientos se han ido perdiendo...
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