LA FARMACIA DE LA ABUELA
(II)
Canela |
La corteza de canela, la ruda y la artemisa
las utilizaba mi abuela en caso de retención menstrual. Hay mujeres que se
ponen histéricas cuando presentan éste síndrome.
Había en nuestro vecindario una mujer
que se volvía literalmente loca cuando se avecinaba su proceso natural. Esta pobre mujer corría por la quebrada
desesperada y salía por el cafetal.
Nosotros, muchachos al fin, corríamos hasta darle alcance y cuando ya
estaba cansada la atrapábamos con la ayuda de los muchachos más grandes y luego
la conducíamos a la casa de mi abuela, quien la acomodaba en una cama y le
hacía oler tintura de cuerno de ciervo (amoníaco), hasta que volvía en sí.
Ruda |
Luego le aplicaba pediluvios
(vaporizaciones en los pies) alternados con fuertes infusiones de canela o en su
defecto, ruda y artemisa. Secaba sus
pies y colocaba medias a fin de mantener sus extremidades cubiertas y a buena
temperatura; en el transcurso del día o la noche reaccionaba la noble dama
incorporándose a su vida común.
Asimismo, atesoraba mi abuela en su
alacena las flores secas de la rosa de montaña, envueltas en papel y dentro de
un frasco limpio, seco y bien tapado.
Artemisa |
Se presentaban casos de mujeres con
derrames uterinos o conatos de aborto y acudía mi abuela con las virtudes
curativas de ésta flor.
Siendo ya adulto, conocí esta planta
cuya flor me impresionó por su exuberante belleza. Tiene aplicación práctica en el tratamiento
de quistes, fibromas y hemorragias uterinas.
La produce el Roso Blanco, árbol emblema
del Estado Miranda, propio de los bosques húmedos y cálidos del norte del país.
José G.
Salas
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