TÍTULO I
ANTECEDENTES
El 21 de junio
se celebra en el hemisferio norte, el día más largo del año. Hay dos momentos en el año en que la
radiación solar a medio día golpea la faja tropical del planeta en máxima
angularidad generando mucho calor. Son
los dos solsticios, uno de verano que se produce el 21-22 de marzo y el otro de
invierno el 21-22 de septiembre. En
ambas posiciones la duración del día es máxima con respeto a la duración de la
noche. Sólo que en solsticio de verano
para el hemisferio norte, la duración del día va en increscendo hasta llegar al
21-22 de junio cuando el trópico de cáncer, colocado 23.5 grados al norte
recibe la máxima luminosidad de más de 13 horas de sol.
En cambio la
duración del día desde el 21-22 de septiembre va en decremento por que se
aproxima el invierno. Todo lo contrario
ocurre en el hemisferio sur.
La celebración
del solsticio es muy antigua. La fecha
establecida por la iglesia para conmemorar a San Juan coincide aproximadamente
con el solsticio de invierno, oportunidad en la que se practican diversas
prácticas rituales paganas destinadas a avivar y conservar el brillo del sol,
fuente principal de energía. La naturaleza, el hombre y el cosmos celebran una fiesta cargada de poder y
magia. Las hadas andan sueltas por los
bosques. Los agricultores elevan sus
oraciones al cielo para agradecer al verano sus cosechas. Es también momento para agradecer la
fecundidad de la tierra.
Fogatas y
distintos ritos se repetían en las montañas, valles, cañadas y ríos, pidiendo
al sol que no permitiese perder su esplendor. Por eso alrededor del 20 de
junio, se realizaban toda clase de celebraciones para agradecer al sol por su
luz.
En
definitiva, la atmósfera se carga de un aliento sobrenatural que impregna cada
lugar mágico del planeta y es el momento propicio para llenarnos de magia,
ilusionarnos y narrar a nuestros hijos, nietos o amigos toda clase de cuentos,
anécdotas y chascarrillos sanjuaneros que nos sepamos. La Noche de San Juan, la de
las tradiciones mágicas, se caracteriza por la multitud de hogueras que
iluminan la noche. Los ciudadanos arrojan a la hoguera antes de su encendido
pequeños objetos, conjuros, deseos e incluso apuntes del curso con el objetivo
de hacer desaparecer los malos espíritus.
La noche y el amanecer, están dedicados a San
Juan en un esfuerzo por cristianizar las numerosas fuerzas que se manifiestan
en esta mágica jornada, en la que todas las sociedades tradicionales de Europa
y América ponen en marcha numerosos rituales de antiguo origen y profunda
funcionalidad cultural. La fiesta no es específica de localidades concretas,
sino que se extiende por toda Europa y América con diversas variantes.
Autor: Leonardo da Vinci
Museo: Museo Nacional del Louvre
Características: Óleo sobre tabla 69 x 57 cm .
Estilo: Renacimiento Italiano
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