MUERTE DEL LIBERTADOR
17 DE DICIEMBRE
“Si mi muerte contribuye a que cesen
los partidos y
se consolide la unión,
yo bajaré tranquilo al sepulcro”
Simón Bolívar
Bolívar no
ha bajado tranquilo al sepulcro. Sus
restos reposan hoy en el Panteón Nacional, junto a otros próceres no menos
importantes. Aunque sus restos
descansan, no así su ideal, su sueño, su anhelo de justicia. Su gran proyecto que fue la Gran Colombia
duró muy poco. Quiso ampliar su
propuesta en el Congreso Anfictiónico de Panamá para conformar una
Confederación Hispano-Americana con todas las repúblicas liberadas en la magna
gesta de independencia, y ni siguiera él pudo asistir a tal evento. Con toda la razón de su lado, con la justicia
acompañándole, no tuvo el apoyo suficiente de las repúblicas hermanas. Los intereses de grupos poderosos dieron al
traste con este hermoso proyecto;
conspiraron contra la idea, contra la justicia, contra la razón y
surgieron Cosiatas, Santanderes, Piares y Páez cuales jinetes del apocalipsis
para liquidar la esperanza de los pueblos, con la misma historia, las mismas
angustias, las mismas esperanzas, la misma lengua, la misma fe.
Bolívar
siempre estuvo adelantado a su tiempo y no obstante este atributo, con toda la
razón; con toda esa hambre y sed de justicia; con todo ese amor profeso y
manifiesto que tuvo para con su idiosincrasia y sus congéneres, no pudo contra los intereses mezquinos
de ciertos grupos minoritarios que
lucharon por la separación de Venezuela y Colombia.
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