LITERATURA: Cuento de Navidad
DE CÓMO PANCHITO
MANDEFUÁ, SE FUE A CENAR CON EL NIÑO JESUS
Con
su caja de limpiar botas y su siempre insaciable apetito, Panchito Mandefuá se
asomaba por las vidrieras de las confiterías y restaurantes, mientras pensaba:
“…Algún día me como un pabellón entero, con barandas y con una ñema frita
arriba del arroz, como que me llamo Panchito Mandefuá…”. Y este acto ocurría con mucha frecuencia.
Deambulando por las calles hasta
bien entrada la noche, al pasar un transeúnte le decía: “…le limpio Don, le
limpio…” “…por un real se los dejo pulidos…”
Ya cansado de tanto caminar,
Panchito se refugiaba siempre en el callejón donde Don Eulalio tenía el quiosco
de periódicos y golosinas baratas; abría su “cama” de cartón u se acostaba a
“soñar”. Periódicos desechos le servían
de cobija hasta que la humedad de la noche se los estropeaba y ahí si arreciaba
el frío. A veces compartía su “cama” con
“Otelo”, el viejo perro de Don Eulalio, pero su sueño siempre era el mismo:
Comerse un pabellón con barandas con una ñema frita encima del arroz.
Como Panchito no era el único
limpiabotas en el lugar, tenía que pelear con otros limpiabotas de la
competencia. A veces ganaba. Otras las perdía, pero en fin, era parte
normal de juego diario.
Conseguir un par de botas usadas que
le quedaran bien, era otra de “sus necesidades”, y como la camisa que le habían
regalado el mes pasado estaba sucia, necesitaba otra y así entre sueños rotos y entrecortados, pasaba la vida y crecía
Panchito.
“…Me llamo Panchito Mandefuá…”, se
decía para sus adentros, mentando el nombre que él mismo se había inventado,
pues no conoció padre ni madre, pero en su defecto, tenía el aprecio de muchos
mendigos y borrachitos de la zona en la cual deambulaba.
Llegó diciembre con su
característico frío y la gente apurada con las hallacas y las compras navideñas
y Panchito como de costumbre, soñando con su pabellón, no se percató al pasar
una calle de un automovilista irresponsable y quizá hasta borracho, que venía a
toda velocidad. Lo que se escuchó fue el
golpe seco contra su humanidad y la caja de lustrar zapatos quedó a su lado,
destrozada por el impacto. Muchas
personas corrieron hacia el lugar en el que estaba, allí sobre el pavimento,
inerme, con sus botas rotas, su camisa sucia y su estómago vacío, Panchito
Mandefuá.
Era 24 de diciembre y como es muy
normal en esos días, todo el mundo está en sus preparativos para la celebración
del natalicio del niño Jesús. Después de
algunos minutos, llegó la policía, despejó el lugar y aparentemente todo volvió
a la normalidad. Fue así, como Panchito
Mandefuá, partió a cenar con El Niño Jesús.
De: José Rafael Pocaterra
Versión Sinóptica: Hildemaro Mago
No hay comentarios:
Publicar un comentario