NAVIDAD Y SOLSTICIO
Del
21 al 22 de diciembre el sol alcanza su máxima latitud austral. Los días se
encuentran también en su máxima duración respecto a la noche.
En esta fecha en el Polo Norte la noche dura seis meses y en el Polo
Sur, el día dura seis meses.
Esto
dicta la tierra y su relación con el sol en un momento del año para los hombres
que en ella habitan. En la medida en que nos acercamos a ésta fecha, algo
particular nos va ocurriendo como seres humanos. Es como si entendiéramos, que
algo muy hermoso vive dentro de nosotros, lo divino. Que tenemos una misión que
cumplir, que vinimos a la tierra a trascender, buscando la plenitud, lo grande,
lo que se parece a Dios. Que vinimos a crecer en cualquier parte del mundo
donde nos encontremos, porque allí estará Dios.
La
Navidad es una fecha que todos los hombres la han celebrado, con o sin éste
nombre, y en diferentes meses del año. Se le atribuye al Papa Telésforo el
haberla instituido para el universo cristiano. Estos días son para cantar villancicos
y hacer belenes; también conocidos como pesebres, que por cierto, corresponden
a San Francisco de Asís los primeros en el siglo XIII. La costumbre del buey y
la mula, es constante en la tradición: pero son anunciados por Isaías en el Viejo Testamento. Los primeros
cristianos tenían establecidos los convites de caridad, que ellos llamaban “Ágape”.
Estos se transforman posteriormente en los regalos que se hace entre los
familiares de las familias cristianas.
De
alguna manera esta fecha, en que la iglesia celebra el nacimiento de Nuestro
Señor Jesucristo siguiendo esta costumbre popular, coincide con las fiestas
saturnales de los romanos, en honor al dios Saturno que se realizaba entre el
17 y el 23 de diciembre. Es evidente que
los estudiosos del cielo y las estrellas de la época, conocían bien el
comportamiento geoastronómico de las
estaciones.
El
solsticio tiene implícito un mandato, de quien haya hecho el plan del hombre, parece decirle: “serena tu
alma”.
Pablo Molina.
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