martes, 8 de diciembre de 2015

Cuatro Documentos Fundamentales de Carrizal (VII)

CARRIZAL: PUEBLO DE LAS FLORES.
A.L.V.

Damos inicio a este boceto aseverando que las flores alo largo del tiempo y del espacio, fueron y son ornamentos de excelencia para todos los gustos y categorías; motivos de fragancias y atrayente policromía; símbolo de amor, matrimonio, verbenas, fiestas, coquetería, amabilidad, gratitud, voluptuosidad, simpatías reverencias; alegría al evocar a la madre viva; de dolor al recordar a la madre muerta; de expresión fúnebre en las necrópolis; de fervor religioso en las procesiones; y mucho más podríamos adicionar al delicado mundo de las flores, en jardines, vergeles o pensiles de los cuatro confines. Valga citar algunos caprichos de personajes de nuestra patria: al general Páez le fascinaba, la rosa Páez; al general Antonio Guzmán Blanco, prefería la Eglantina; al Dr. Juan Pablo Rojas Paúl, tenía predilección por los Nardos; el General Joaquín Crespo, mostraba emotividad por la Alejandría de color rosado vivo y sugerente; los potentados y enamorados gustaban del Bacarat, la Muselina, Tulipanes, Fucsias, Astromelias, Claveles, Malabares; mientras los poetas colocaban en el ojal de sus palto es: jazmines, rosas en capullos y berberías. Las damas casaderas prendían la Ixora en corimbo en el hombro derecho, en el centro del corpiño jazmines y fucsias en minúsculos Gajos; otras, una recién abierta Bacarat en el lado izquierdo del peinado. Era la época del lenguaje de las flores: los botones rojos, erotismo; botones blancos, inocencia; las rosas en plenitud, sigilo, prudencia; ternura, una rosa en los labios de una soltera; frivolidad, provocación, imprudencia, una rosa roja en la cintura; bajo el seno derecho amor intenso. Los indecisos contaban los pétalos de las margaritas y los juglares, luego de componer y cantar tributaban a la amada con galante genuflexión, la corola de una flor. Ni los poemarios ni los repertorios de los artistas de ambos sexos han escapado al metafórico contexto de las inflorescencias, aunque la sonoridad y los monosílabos de la Salsa y sus incontables derivados y percutores imperantes en la década final del siglo XX, estén solo destinados a brincos y temerarios movimientos.
Ahora definiremos el escenario físico y humano de Carrizal, enfatizando aspectos evocativos y de vigente actualidad. Quienes han nacido o vivido durante años en el Municipio o en su núcleo capitalismo, tienen plena conciencia de las afirmaciones que entregaremos al lector poco versado en los hechos y sucesos acontecidos dentro de la geografía carrizalense, desde el propio momento de su génesis poblacional. Sus comunidades mimadas de la niebla, del sol clemente, de las lluvias fecundantes, repetidas y duraderas de acuerdo a lapsos meteorológicos de antier, ayer y el presente, fue siempre un pueblo atravesado de caminos. Los primeros habitantes, radicados en Los Budares, luego, más abajo, en el Pueblo Arriba establecido en la Roca de Ocoroima; los pioneros, provenientes del archipiélago de Las Canarias (Santa Cruz de Tenerife y Las Palmas), mestizos del cruce de Guanches y Celtíberos, finalmente, ya sedentados en “Tierra Firme” o Provincia de Caracas, nuevos cruces con aborígenes y negros, pero entregados al trabajo prevaleciendo las tareas agropecuarias, con primacía resaltante en flores, frutas y bovinos, asnos, caballos, gallinas, pavos y tubérculos dentro de las huertas.
Los sembrados de flores diversas, incluyendo típicas del sector (árnica silvestre, pasionaria, orquídeas, reventón, etc.) con sobrada razón le impusieron el NOMBRE DE PUEBLO DE LAS FLORES. En la madrugada, garrote y caña (ron blanco) y los burros cargados con cuatro cesta especiales, bajaban a Caracas, subiendo en ocasiones a Las Minas o directo a Turmero, La Rinconada, El valle, Roca Tarpeya y san Juan o la Plaza Mayor, según las temperadas; también llevaban frutas, queso, hortalizas y la rica mantequilla blanca (manteca de leche). Vino la moda de los cafetales, posteriormente la madera, el cardón y también la cebadilla. Esas añadiduras en nada eclipsaron las flores de Carrizal. En las iglesias de San Antonio, Los Teques, El Valle, Caracas, solicitaban por encargo los Malabares de La Llanada, Barrialito, Los Pozotes y El Trigo; el camino de Barolo, que con los años denominaron BAROLA y le sustituyeron el nombre de Uquira por Urquia, hubo entrado el siglo XX, más flores y cafetales delos Betancourt, Mujica, Ochoa, González y los Marrero.
Para los majaderos, poca importancia tiene para Carrizal la Zona protectora y los precipicios de la microhoya de Quebrada Honda, ambos declives de capital significado ecológico aun libre de “rancheros, conuqueros, malhechores” /guaridas de ladrones y violadores) de donde asciende en apretados bloques neblinas que cubren poblados y florestas, aventajando a Los Teques, que por los años cuarenta mereció el título de CIUDAD DEL CLIMA IDEAL.
Y para corolario, el peregrino o visitante puede constar que en los lados de vías asfaltadas y de tierra, abundan coquetas, e infinidad de flores silvestres. Descontando los Jardines delos Campellos y las fábricas de flores artificiales.


 CARRIZAL
Ciudad Ecológica.
A.L.V.

Carrizal, ciudad del Estado Miranda, está dividido en la actualidad por la carretera Panamericana en dos importantes zonas pobladas. Fue en el pasado y es hoy, la única urbe de Venezuela y de América que merece con legitimidad el título de CIUDAD ECOLÓGICA; cognomento muy envidiado en esta hora cuando la contaminación es una amenaza mundial para la humanidad y que los carrizalenses (carrizaleños), posiblemente nunca han tomado en cuenta, cuyos elementos confirmatorios, son los que menciono de inmediato; desarrollo urbanístico disperso (todos nuestros pueblos y ciudades presentan desarrollo concentrado, es decir abigarrado), asentamientos habitacionales separados de manera significativa, por bosques, matojos, colinas, cubiertas de sábanas(yerbas, gamelotes y carricillos), florestas de arbustos propios de bajíos, sotos de montaña y oteros, que guardan en sus ecosistemas una infinitud de biotopos, cuyos regazos sirven de hábitat, a una rica e incontable biocenosis donde prosperan desde los protofitos hasta los helechos gigantes; de los protozoo hasta las onzas, etc.  
En este mundo al cual hago referencia resaltan los poblamientos que siguen: Los Cerritos, Corralito, Montañalta y Colinas de Carrizal, al Oeste, formando una unidad residencial y comercial; en el corazón del Municipio; el Casco Histórico del Pueblo; al este, las urbanizaciones residenciales en su totalidad; Las Villas, Los Pinos, La Llanada, Los Eucaliptos, Monterrey, Monte Bello y Los Budares. Al Noreste, el núcleo Francisco de Miranda; y al oeste, José Manuel Álvarez y Brisas de Oriente. Hay otros centros adyacentes que merecen cita: Alto de Corralito y los Barrios Bolívar, Gran Colombia, Las Aguaditas, Los Vecinos, La Yerbabuena, Barrialito, Barola, El Sitio, Loma Gorga y muchos más. En cuanto a las cinco factorías industriales, cada estamento tiene ubicación disuasiva.
En el territorio de esta geografía, habitan aproximadamente 70 mil personas (cálculo muy tímido), que disfrutan y cumplen sus actividades acompañadas de una flora y fauna saludable y atractiva en donde los efectos de los principales contaminantes que indico de seguida, son muy poco nocivos: Dióxido de carbono; Monóxido de carbono; Dióxido de Azufre; Oxido de Nitrógeno; Fosfato; Mercurio; Plomo; derivados del Petróleo; Plaguicidas, radiaciones (Pipe) y polución en general; toda esa gama de peligrosos venenos, son neutralizados por la suma vegetal, que ecológicamente coloca a Carrizal como una Ciudad privilegiada, colmada de oxigenantes con la mayoría de sus aguas empotradas y una planta para el tratamiento de aguas negras. Tanto el Gobierno Municipal como la propia ciudadanía, velan esmeradamente por la salubridad y la plenitud ambiental.
Existen buenas y suficientes razones en el tiempo para que Carrizal tuviera antes y tenga hoy por renombre: “El pueblo de las Flores”.          














































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