Addenda
(Lecturas
Complementarias)
1. Epoima.
2. Uquira.
3. Rafael Encarnación
Pérez León, hijo ilustre de Carrizal.
4. Carrizal y los bienes
culturales.
5. Carrizal: morada del
clima apetecido.
6. Carrizal: pueblo de
las flores.
7. Carrizal: ciudad
ecológica.
8. Carrizal en la mira
de los venezolanos.
9. Carrizal en 1685.
10. Comadronas de
Carrizal.
EPOIMA: Cacique de
Carrizal.
A.L.V.
Cuando afirmo y confirmo que EPOIMA comandó en
calidad de aliados de Guaicaipuro a los guerreros de su comarca, ubicada en las
cumbres perennemente nubladas de Los Budares a Caricuao, cima actual denominada
Pipe y de Peña Redonda o Macuare hasta Guareguare y sus bajíos, me expongo a
que los estudiosos de la historia antigua de Venezuela y en especial de Los
Altos de Caracas (posteriormente Altos de Guaicaipuro y hoy Altos Mirandinos)
me demanden las pruebas fidedignas, e indiscutibles que se han servido de base
y razón, para asignar tan enfáticamente la jefatura dela zona carrizalense
(carrizaleña) a un aborigen desconocido hasta esta fecha en que lo muestro a
cuerpo entero a la discusión pública y al conocimiento de las generaciones del
presente y venideras. Tengo plena seguridad y raigal convicción de que EPOIMA
luchó paladinamente dentro y afuera de sus trincheras contra los españoles,
desde los años 1561 y 1569, demostrando un valor incomparable en las diferentes
combates que lo tuvieron como jefe y conductor. Los elementos probatorios de
mis aseveraciones figuran en “Fuentes Antiguas de las Historia Colonial de
Venezuela”; en los tratados de MacPherson; “Papeles Coloniales (Aporte para la Historia de los pueblos
del Estado Miranda)” de Andrés Hernández Pino, y en “Los Indios Teque y el
Cacique Guaicaipuro”, del Hermano Nectario Maria (Louis Alfredo Silvano), y
“Guaicaipuro el Cacique de Los Teques”, de Francisco Alejandro Vargas.
Para dar más detalles en lo relativo a EPOIMA,
declaro ante mis lectores que el primer aval que me atribuyo consiste en más de
diez años detrás de la huella del singular Cacique de Carrizal (espacio
geográfico, hermano del Municipio Guaicaipuro, del Estado Miranda) cuyo nombre
por vez primera encontré en un viejo mapa del latifundio de los Ascanio-Tovar,
más tarde, lo volví a localizar en los terrenos comprados por doña Melchora Ana
Tovar y Bañez al Capitán don Diego de Miquilena (1694), y quedó definitivamente
corroborado en los papeles inherentes ala ENCOMIENDA concedida a Francisco
Román(pág. 72-73 de “Los Indios Teques y el Cacique Guaicaipuro” del Hermano
Nectario María, edición de Biblioteca de Autores y Temas Mirandinos, Los
Teques, 1987) donde expresa literalmente lo que sigue:
“Otrosí.- encomiendo en nombre de sus majestad
real en vos Francisco Román el cacique Epoyma que vive en la comarca de
Guacaypuro con todos los indios y capitanejos que a él sean sujetos y con él
doy a vos todas sus tierras y términos según que le son anejas y pertenecientes
e hago dicha encomienda sin prejuizio de terceros”. Varias líneas después,
destaca el Hermano Nectario, lo siguiente: “Epoima (a veces escrito Opoyma),
nombre de su principal o cacique, estaba radicado en el asiento o pueblo de
Acagüaima”. Habrán constatado, que la existencia de Epoima fue una realidad
histórica y es en esta hora de rescate de sus hechos y defensa del suelo
ancestral, otro poderoso símbolo de los topos, bajos, vallejos y montaña del
actual MUNICIPIO CARRIZAL enmarcado entre el Distrito Federal (Parroquia
Paracotos, Municipio Los Salías), Parroquia San Diego y Municipio Guaicaipuro.
Para ofrecer otros rasgos del valeroso titán, insertaré una cita final:
“Habiendo Francisco Román hecho dejación de su encomienda, fue cedida a Juan
Pascual, y muerto Pascual en lucha con los Quiriquires de Tácatas, pasó a
manos; en 1574 de Juan de Gámez, y posteriormente a Francisco Tostado de la Peña , quien litigó tiempo
después con Andrés González.
Epoima, aliado de Guaicaipuro, corrió en auxilio
del Adalid alteño, pero llegó retardado, y observó lleno de rencor como los
españoles, en furiosa cayapa con lanzas, espadas, trabucos y cuchillos,
diezmaban a los aguerridos partidos del gran Jefe de Los Teques, y pudo
únicamente dar protección alas mujeres que ocultas en los montes trataban de
salvar sus vidas de la criminal acometida, dejando en completo abandono a
Suruapo (Suruapay) el pueblo o palenque principal de la tribu, morada de sus
mujeres y de sus hijos. Cuenta la conseja, que entre las mujeres estaba
iracunda y rebelde UQUIRA, la más joven y bella de las esposas de Guaicaipuro
(los caribes eran polígamos), la cual intentó avanzar desarmada hasta el
escenario de la pelea, para morir con su amado, Jefe y esposo. Una leyenda
asegura que Uquira (nunca Urquía) cayó en manos de los españoles y prisionera
la condujeron junto con otras, a Caracas, de donde huyó cuando los partidarios
de Guaicaipuro atacaron a sus carceleros.
Al morir Epoyma, enfrentado a los invasores, lo
sustituyó en el mando su hijo Paneme (p. 72, cita 8 del libro del Hermano
Nectario) previamente señalado.
Lo antes manifestado prueba un aspecto de la
vida y obra del Cacique carrizalense (carrizaleño), mente y brazos que
apuntaron siempre (en su época) a la dignificación de sus hermanos y al
disfrute de la libertad.
UQUIRA: Esposa de
Guaicaipuro.
A.L.V.
Claroscuros y lisos los cabellos y largos hasta
más debajo de al cintura; la piel del color de las hojas tostadas por la
sequía: la cara llenita de expresiones mansas y provocativas en el dulce regazo
delos mismos, pero agresivas y ariscas en los instantes iracundos: el cuerpo
bien proporcionado, sin artimañas coquetas, con una cadera sugerente; las
piernas graciosas, de jarretes bien torneados por el salto y agilidad para
evadir sierpes, arácnidos y chamizales delas trochas en los bosques
precipitados y quebrados; pies menudos y
descuidados, acostumbrados a las cuestas, resbalones, sendas ásperas, veredas
estrechas y enredadizas; ojos de miradas inquisitivas, tiernos para las
personas amadas y amigas, fieros y penetrantes al calor de la pugnacidad, y cobrizos,
como aguas de remolino, después dela tormenta; sonrisa con dibujos de picardía
en la escena familiar, desafiante a la hora del rencor; estatura baja típica de
la etnia caribe. Con las anteriores características y varios admirables
detalles, describen algunos autores de historia antigua de Caracas y sus
contornos a la esposa más joven de Guaicaipuro, para unos llamada Urquía; para
otros llamada Ziapa.
Información, pesquisas y revisiones de los
escritos del Obispo Mariano Martí, Hermano Nectario María, Francisco Alejandro
Vargas, Telasco Macpherson y otros, me han conducido a identificar
aproximadamente la verdadera favorita del temible cacique dela tribu Teque, al
conocer los nombres de las numerosas “compañeras” o esposas preferidas de los
principales jefes, de sus parciales y colaboradores, elenco en donde resalta
con tintes de ficción la belleza y encantos de una jovencita con el nombre de
UQUIRA, amada de Guaicaipuiro y respectada por las otras “esposas” o mujeres
del valeroso jefe alteño (los caribes practicaban la poligamia) posiblemente de
origen chaima o cumanagoto, capturada en plena pubertad en la zona costera, más
tarde dueña del amor del gran Teque, quien la adoraba entrañablemente y la
halagaba con frutas, rizonas presas, peonías, colorantes y muchas otras prendas
o abalorios de los montes.
Condenado a muerte Guaicaipuro y enviada una
partida de españoles con baquianos para arrestarlo, en uno de esos días
luminosos de diciembre de mil quinientos sesenta y ocho, salieron a mediodía a
cumplir la comisión. A la caída del sol ubicaron el sitio exacto del palenque,
aligera distancia de Suruapo o Suruapay, el pueblo o centro dela tribu
(actualmente denominado El Vigía, en Los Teques). Pacientes esperaron que
desapareciera el sol y asomara la tenue luz de la luna para acorralar al
indomable jefe caribe, ignorando que el adalid estaba bien guarnecido y
acompañado de su más confiable guerrero. Al surgir las primeras sombras dela
penumbra Francisco Infante, acampó en la retaguardia, mientras Sancho de Villar
bajo la protección de la espesura y el plenilunar, avanzaba sin prisa ni pausa.
Cuando pensaron que dormían atacaron implacables, recibiendo un feroz contra
ataque de Guaicaipuro y su gente. Los hispanos contaban unos cuarenta hombres
dotados de mosquete y espadas, y en tres o cuatro asaltos comprendieron lo
inexpugnable del reducto, motivo para determinar otra manera de reducir al
indomable enemigo, lo cual consistió en quemar el vivac, acción cobarde que
repentinamente apuntaló la presencia del Cacique y sus veintidós partidarios en
el campo del honor, desafiando el peligroso contrincante, antes que morir
quemados.
Uno de los vigías de Epoima, que velaba apostado
en el lugar titulado en el pasado “centro del Indio” (hoy Pan de Azúcar, en los
linderos de las ciudades de Carrizal y Los Teques) notó a la media noche
candelas muy pronunciadas en le pueblo de Suruapo y al acto llevó la noticia a
su Jefe, el valeroso Epoima, cacique principal delas montañas de Cuguaime
(Acuguaima o Cuguaime) en el actual Municipio Carrizal(1),
quien decidido a la pelea salió con sus flecheros a conocer las causas del
incendio y prestar los auxilio a su aliado, y muy cerca del punto apreció la
criminal hazaña del invasor y el pánico de las mujeres ocultas en los barrancos
para evitar violaciones y maltratos. Mientras caminaba cauteloso, pudo amparar
a Uquira que intentaba llena de rabia penetrar en el terreno del combate, luego
de abandonar el poblado e indicar escondites a los ancianos, mujeres y niños, y
enfermos por heridas en peleas anteriores al enfrentar Guaicaipuro a los
hispanos. Visto el triunfo, inmediatamente acudió Infante y los suyos,
reforzando a Del Villar e impidiendo la confrontación pretendida por Epoima que
deseaba aprovechar la confusión de los vítores del éxito para vengar la muerte
de su amigo.
A los pocos días, mientras Epoima y un grupo de
su capitanejos cazaba y buscaba raíces y tubérculos silvestres, los
peninsulares al mando de Francisco de Maldonado, tomaron el poblado de
Cuguaime, raptando a las mujeres y niños de pecho, pero admirado Maldonado por
la fresca hermosura de Uquira, la ató a las demás, después de vencer sus
arrebatos, dentelladas, forcejeos y amagos de huir. Al regresar Epoima, los
ancianos y niños que escaparon a la agresión le dieron razón del suceso. Con el
objeto de rescatar a Uquira, Epoima excursionó en diversas ocasiones hasta el
cautiverio de la que fuera preferida de Guaicaipuro, la que bien vigilada por
su cerril carácter, permanecía encerrada en prisión.
Cuenta la leyenda que mientras estuvo presa,
dejó de comer, tratando siempre de escapar, y datos confiables aseveran que una
noche de aguas torrenciales, el cacique de Cuguaime pudo flechar a los
guardianes y salvar del estupor y del ultraje a la indomable mujer, y durante
meses la mantuvo en punto secreto e iba a llevarle alimento en compañía de
parciales y sus mujeres, cuando atacado en una emboscada cayó mortalmente
herido en desigual pelea. Obligada una de sus esposas con amenazas de brutales torturas, para que
revelara el refugio, los condujo a una pequeña gruta, y refiere la leyenda o el
relato, que al percibir UQUIRA a los rudos verdugos blancos, entró hasta las
estrechas profundidades de la espelunca, y los perseguidores desorientados ante
la esfumación únicamente toparon una vistosa ave conocida como PAVITA, cuyo
designativo científico es Penélope Jacquacu, y en lo sucesivo llamada
indistintamente Pavita o Uquira. Nunca más se supo nada de Uquira, posiblemente
quedó sepultada en la oquedad o escapó para desaparecer de los escenarios que
fueron testigos de sus dichas y pesares. Para el común de su gente, a la vez, y
la evolutiva de futuro la ha mantenido en su memoria y el afortunado acto
mágico o casualidad que en situación dificultosa, la convirtió repentinamente
en un ave graciosa e inofensiva, muy común en nuestra floresta.
(1) Acuaguaima,
y otros caseríos formaban la población del territorio en donde hoy está situado
nuestro municipio.
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