¿DÍA DE LA RAZA?
12 DE OCTUBRE
12 de
octubre de 1492, madrugada
de ese día. Se habían organizado ya
varios grupos de protesta contra Cristóbal Colón e inclusive algunos
fascinerosos tenían planificado matar al Almirante.
Muchos días de navegación
y no divisaban tierra. Algunos de los marinos enfermaron por diferentes causas.
Escaseaba el agua dulce y la comida era menor qada vez y mermaba su calidad.
Mientras el Almirante, preocupado en su camarote, cavilaba; quién sabe cuales
pensamientos pasaban por la mente, cuando de pronto, le pareció oír un grito
que esperaba durante muchos días: .., "Tierra,… tierra" ...escuchó Colón; hubo un
silencio sepulcral; de nuevo... "Tierra, tierra"...; la tripulación
corría exaltada de un lado para otro, trataban de confirmar que lo que habían
escuchado era verdad. Unos se asomaban a la proa del barco, (otros trataban de
subir al mástil para convencerse de la veracidad de la noticia.
Desde
el día 3 de
agosto, fecha en que habían zarpado, ya habían transcurrido 69 días y todo lo que habían visto era mar,
cielo y más mar; por lo que la novedad les hacía inmensamente felices. Pronto
podrían pisar tierra firme.
Los
marinos del galeón que era el buque insignia, de nombre "La Santa
María" y era comandado por Colón, de inmediato comenzaron a hacer señas a
las otras dos naves carabelas "La Pinta y la Niña ",
capitaneadas por los hermanos Martín
Alonso y Vicente Yañez Pinzón, para que bajaran el ritmo de navegación a objeto
de atracar en tierra.
Al
llegar, Colón vio a los habitantes todos desnudos, hombres y mujeres. Eran de
muy hermosos cuerpos y buena cara; de no más de treinta años de edad, muy bien
conformados, y creyendo que había llegado a las Indias Orientales, llamó indios
a sus pobladores.
COMIENZA EL
DESPOJO
"¡Pardiéz!,
infelíz, te cambio este espejito por ese inmundo collar que lleváis puesto ", gritaba el
extranjero a un sorprendido indígena, quien anonadado al ver su reflejo en el
objeto que le daba el forastero, no atinaba a comprender que lo que el veía no
era a otra persona, sino a él mismo.
El afán de lucro, la
leyenda de "El Dorado ", tantas veces contada, tomaba cuerpo; parecía
ser cierta a la mirada del invasor. Desde
ese mismo momento, comenzaba el despojo de las riquezas, el pillaje, el crimen
y el ultraje de los aborígenes americanos.
La Mirada
lasciva de aquellos bandidos, que tenían ya mas de dos meses en alta mar, se
posaban sobre los cuerpos desnudos de las mujeres moradoras de aquellas
tierras, que eran de una belleza natural, sin igual.
Con
esa incursión, Europa impuso en nuestros suelos la continuación de su cultura,
ya que la nuestra original, se detuvo ante la superioridad de la fuerza. Al
respecto, el Padre Ignacio Ellacurria dijo en una oportunidad: "Decir
descubrimiento es un absurdo, porque los españoles llegaron actuando como
opresores y el opresor es incapaz de descubrir, porque es el oprimido quien
descubre al opresor". Con
dolor, nuestros antepasados soportaron la imposición de un mundo diferente.
No
solo hubo despojo material, también lo hubo espiritual y moral, ya que en la
mente del invasor no habían esos valores. Se apropiaron de sus riquezas, de sus
indias e indios, de sus tierras las cuales fueron repartidas mucho antes de ser
descubiertas (ver tratado de Torrecillas).
La
miseria de la soberbia del invasor no tenía límites. La esclavitud y la
servidumbre aparecieron pronto entre quienes no conocían esos procederes.
Conjuntamente con ese dominio con violencia de la raza aborigen, hundida en las
miserias que le impuso el recién venido, traen la raza negra, esclavizada y
encadenan dos mundos a la merced de uno más atrevido y poderoso. Así aquel
amasijo de seres y leyendas, de cantos y dolores, de espíritus y cuerpos, bajo
el sol y las noches de América y África e incluso de una Europa huyendo por los
mares hacia un nuevo mundo de esperanzas, nacieron resultados inesperados y
magníficos,
profundos y convulsos, un mundo
estremecido por el genocidio que se producía en el paraíso de América.
La conquista por la espada y la
cruz, marchitan la posible gloria del encuentro de estas humanidades, no sólo
por lo atroz de su violencia, sino por el efecto disociador que tomó sobre un
pueblo, por la alteración que produjo a los eslabones de una raza, por la
dominación y omnipotencia de los imperios ante las débiles naciones.
¡Qué eufemismos tan bárbaros! "Encuentro de dos mundos", "Día
de las Razas". ¿Se habrá visto algún crimen mayor que el cometido contra
nuestros indígenas?
Muchos aún hoy,
hablan de la celebración de esta fecha. Debemos pensar que ese acto de Imperium
sobre nuestras vidas, ha pesado y aún aflige, por obra de los poderosos de la
tierra que no han cesado de incomprender y sojuzgar en algunas formas nuestros
pueblos. Este hecho, no lo debemos festejar jamás, ni siquiera ingenuamente.
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