BOLÍVAR CIENTÍFICO
“Cuenta que tuvo en su faz
lo que salva y lo que aterra
rayo de luz en la guerra
y arco iris en la paz.
Cuando creyeron quizás
que se cansaba su brazo
hizo en la América un trazo
y volando casi loco
con aguas del Orinoco
fue a bañar el Chimborazo”
Nuestro
Libertador, además de profético, fue político de alto rango. Siempre se manejó con el mejor tino en todos
los campos del saber. En especial,
siempre estuvo en contacto con el mundo de las ciencias y como ejemplo de ello
podemos citar su amistad con Joseph Gay Luzca, francés, con quien subió al
volcán Vesubio en tareas de investigaciones de ciencias naturales.
Su
amistad con Bonpland y Humbodt, fue estrecha.
Recordemos que éstos científicos invirtieron buena parte de su vida en
la América recién descubierta, para estudiar su naturaleza, su flora, fauna,
geografía, hidrografía, mineralogía y sus gentes.
Bonpland,
cuyo nombr era Aimé Goujaud, fue un célebre biólogo, viajero y naturista,
compañero inseparable de Humboldt y profesor en Buenos Aires. En sus viajes por el Río de La Plata,
Argentina y por México, recolectó más de 6.000 nuvas especies de plantas,
compendiadas en su obra Plantae equinoccialae.
Por
su parte, el barón Alexander Von Humboldt, alemán, egresado de las mejores universidades
teutonas, obtuvo permiso de España para realizar investigaciones científicas en
el nuevo mundo junto con Bonpland.
Fue
en Roma cuando Humboldt se encontró por segunda vez con Bolívar, un venezolano
de veintiún años, pequeño, de pelo negro, ojos negros y tristes y un semblante enérgico pero al mismo
tiempo soñador. Se habían encontrado en
París durante el último otoño.
Bolívar
nunca dejó de sentir un extraordinario respeto por Humboldt, a quién tenía por
el “descubridor del Nuevo Mundo”, y un hombre cuyos estudios sobre América
“habían “hecho más bien que todos los conquistadores juntos”. A veces se ha dado por sentado, incluso en la
propia América española, que Humboldt fue el canalizador de las ideas que llevaron
a El Libertador a conseguir la independencia de Hispanoamérica algunos años
después; hoy en día aún es venerado como tal en aquellos países.
La
relación Humboldt-Bolívar va más allá de lo que dicen las tres o cuatro cartas
que entre años se cruzaron. En rigor,
Bolívar quiere instalar en la América Hispana una modernidad política cuya base
no puede ser otra que la modernidad cultural y científica.
Humboldt y Bonpland |
Es
tal la dedicación de Bolívar al conocimiento científico, que años después de su
ascenso al Chimborazo, escribió: “…Yo venía envuelto con un manto del iris,
desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes
amazónicas, y quise subir al atalaya del universo. Busqué las huellas de la Condamine y
Humboldt; las seguí audaz, nada me detuvo; llegué a la región glacial; el éter
sofocaba mi aliento. Ninguna planta
humana había hollado la corona diamantina que puso las manos de la eternidad
sobre las sienes excelsas del denominador de los Andes…” (Extracto de “Mi
delirio sobre el Chimborazo”).
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